Una vez más, el miedo, una de las emociones primarias del ser humano, vuelve a ganar, hábilmente manipulado por quienes ostentan el poder, el poder con mayúsculas. El Mobile World Congress de Barcelona se ha suspendido después de la espantada de una docena de grandes corporaciones, que ha arrastrado a otras menores, instaladas todas ellas en el lenguaje políticamente correcto de la seguridad.
Se habla de cien mil personas que iban a visitar esa feria entre el 24 y el 27 de febrero. A la vez, en España, se pueden llenar los campos del Real Madrid o el Barcelona, en unas pocas horas, con el mismo número de asistentes, mucho más apiñados y mucho menos controlados.
En paralelo, tenemos en Europa acontecimientos multitudinarios como el Salón del Motor de Ginebra, la Semana de la Moda en París o ARCO en Madrid, que no han sido cancelados.
La opinión científica mayoritaria, así como de la Organización Mundial de la Salud, es que los eventos multitudinarios se pueden celebrar vigilando los riesgos.
Decía ayer Iñaki Gabilondo que se comprende pero no se entiende el por qué de esas cancelaciones, que parecerían fruto de un atolondramiento generalizado... si no fuere porque hay muchísimo dinero en juego.
Nos quieren tener atemorizados y, por lo tanto, sometidos. Y lo están consiguiendo.
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