miércoles, 5 de diciembre de 2012

¿Por qué apostamos? ¿Por el pasado o por el futuro?




Hace tiempo que quería escribir algo sobre las pensiones, tan de actualidad, y hoy, al recibir mi historia de vida laboral de la Seguridad Social, me he animado a hacerlo.

Según dice ese papel, llevo nada menos que 12.455 día trabajados... más alguno anterior a mi entrada en la antigua Caja de Ahorros Municipal. Suponiendo que no me prejubilen antes (cosa que no espero), me quedan unos 3.000 días más de trabajo. Si se mantiene la tendencia de los últimos años, para cuando llegue el momento de mi jubilación, menos de dos personas estarán trabajando para pagarme la pensión. Sabiendo lo que se cotiza a la Seguridad Social, resulta evidente que no podrán pagarme una pensión como las de ahora, más aún si la esperanza de vida sigue subiendo.

Eso lo sabe cualquiera que sea capaz de hacer las 4 reglas y, sin embargo, a todos los dirigentes políticos y sindicales se les llena la boca defendiendo el actual sistema de pensiones, del que 'disfrutan' más de ocho millones de votantes.

A mí no me preocupa tanto que Rajoy haya vuelto a mentir (total, ya estamos acostumbrados). Lo que me tenía verdaderamente preocupado es aquello que, una y otra vez, repitió en la campaña electoral respecto de 'no tocar las pensiones'.

A mí me preocupa que se hable tanto de las pensiones y que apenas se hable de qué podemos hacer para que haya más gente cotizando, es decir, que haya más gente trabajando. Y esa es una tarea que no se la podemos dejar al Gobierno de turno, porque es poco probable que se le ocurra nada sensato.

Es una tarea a la que nos tenemos que aplicar todos, día a día,  siendo buenos profesionales, pensando en nuevas forma de hacer, repartiendo el trabajo, apostando por la educación, la investigación y la innovación, en vez de recortarlas,  y apoyando a los emprendedores o atreviéndonos a serlo.

No vale lamentarse. No vale seguir buscando culpables en los demás.

O apostamos por el futuro, por la juventud mejor formada de nuestra historia, que, quizá, ni vota ni tiene intención de hacerlo, o puede pasar que, poco a poco, nos vayan retrasando la edad de jubilación hasta que coincida con la de nuestro fallecimiento.


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