martes, 2 de septiembre de 2025

En el Leitzigrund de Zurich

En la familia que formamos mi mujer, Pilar, mis hijos, Maria e Iñigo, y sus parejas, Josu y Adriana, somos muy dados a juntarnos por cualquier circunstancia. Por eso, no me extrañó que el miércoles 20 de agosto, minutos antes de que sintonizara la tele para ver el meeting de Lausanne de la Diamond League, aparecieran por casa Iñigo y Adriana. Iñigo y yo nos sentamos en el sofá para ver las pruebas y ver como caía el diluvio universal sobre la pista y pocos minutos más tarde, aparecieron Maria y Josu.

Mientras mi mujer hacía la tortilla de patatas, estuvimos picando algo, a la vez disfrutábamos del atletismo. Después de cenar, me apareció al lado una cajita. Pregunté por ella y nadie me dijo nada. La abrí y vi que dentro había una joya, semejante a un diamante, que compramos en Brasil hace 39 años en nuestra luna de miel.


Yo no soy especialmente espabilado y no entendía qué pintaba esa joya. Me vieron tan empanao que poco después recibí un whatsapp de Iñigo con un billete de avión para el martes 26, con salida en Bilbao a las 6:00 y destino Basilea. Seguía sin enterarme de nada. Me estuvieron vacilando un buen rato, hasta que al final entendí que ese billete de avión era para ir la semana siguiente a la final de la Diamond League 2025, que tendría como escenario ese templo del atletismo que es Stadion Leitzigrund de Zurich. Uno de mis sueños se iba a hacer realidad.

Seríamos cinco los afortunados. Iñigo, Harkaitz Irazusta y Hugo Mendoza salían el viernes 22, mientras que Imanol González Gete y yo saldríamos el martes 26. 

Iñigo ya conoce algo de Suiza. Estuvo con nosotros de chaval y volvió más tarde con Adriana. Fue el guía de Hugo y Harkatiz por Luzerna, Berna, Interlaken...

El martes 26 nos esperaban en el aeropuerto de Basilea y en el coche que habían alquilado fuimos a visitar la ciudad, sin olvidad el obligado entrenamiento, tras el cual todos menos yo se bañaron en el Rin, navegable desde Basilea hasta su desembocadura en el mar del Norte. Me impresionó ver cómo los arrastraba la corriente, a ellos y a los centenares de bañistas que poblaban las orillas del río con forma de gradas.

El miércoles 27, tras desayunar, nos pusimos en camino a Zurich. Fue mi cuarta visita a una cuidad que me encanta. Dimos una vuelta, compramos provisiones y nos fuimos a la céntrica plaza de la Opernhaus de Zurich, escenario de la finales de pértiga masculina y femenina, peso masculino y femenino, longitud masculina y altura femenina de la Diamond League 2025, que comenzaban a las 14:30.


Disfrutamos muchísimo, viendo a las y los atletas tan cerca. Después de la competición, cenamos y nos fuimos a descansar.

Como anunciaban los pronósticos, la mañana de jueves amaneció lluviosa. Madrugamos y antes de desayunar nos fuimos a rodar por las orillas del lago. Volvimos empapados y hambrientos. A media mañana, dejó de llover y pudimos completar la visita a Zurich, hacer algunas compras y comer algo.


Aparcamos el coche en un parking cercano y antes de las 17:30, hora de comienzo de las pruebas, ya estábamos en el Stadion Leitzigrund de Zurich, una magnífica instalación, muy funcional y elegante, con la pista por debajo del nivel de la calle, como el estadio olímpico de Munich, y con capacidad para 25.000 espectadores, que se llenó por completo.

Para unos apasionados del atletismo como nosotros, las localidades estaban muy bien elegidas, ya que daban a la puerta por la que las y los atletas salían de la pista tras acabar las pruebas. Y también porque teníamos muy cerca las salidas de las calles exteriores en los 400 y 800 metros, el salto de altura y el lanzamiento de jabalina.

Fueron cinco horas de atletismo en vena, que he intentado contar en los posts anteriores. Lo que ya es más difícil de contar es lo que sentí en esos tres días y las vivencias de ese grupo de cinco personas en en que estábamos varias generaciones, desde los 19 años de Harkaitz hasta mis casi 70, pasando por los 24 de Hugo, los 32 de Iñigo y los 44 de Imanol, con quienes he compartido tres días inolvidables. 

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