No os desvalaré la trama, que en poco más de 100 páginas aborda cuestiones como la ley, la justicia, la venganza que se sirve en plato frío y lo políticamente correcto, pero olvida algo tan importante y tan imprescindible como el perdón. Un perdón sin el que no es posible la convivencia.
Tiene su punto de actualidad con sucesos como la detención de Jerry Adams y todo lo que se viene hablando de la memoria histórica.
Es una novela directa, sin adornos, que nos hace pensar con diálogos como éste:
- Leinen (el abogado defensor) dice: “Hans Meyer era un hombre de lo más decente. No sé por qué nadie querría matarlo.
- Con que un hombre decente. —Mattinger (el acusador particular) desvió la mirada—. De ésos no hay muchos. Tengo sesenta y cuatro años y en toda mi vida sólo he reconocido a dos hombres decentes: uno murió hace diez años y el otro es monje en un monasterio francés. Créame, Leinen, Las personas no son blancas o negras… Son grises.
- Suena a cita de calendario
- Mattinger se echo a reír y le contestó: Cuando uno se hace mayor, las citas de calendario son cada vez más ciertas.
Ya lo dice la Biblia: 'El que esté libre de culpa, que tire la primera piedra'
Leed el libro. Vale la pena.
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