lunes, 25 de mayo de 2015

Crimen y castigo

Las malas personas no debe-rían dedicarse a hacer políti-ca. He escuchado esta frase en la radio del coche, a la mañana, mientras venía a trabajar. 

Ayer me acosté muy tarde, es la hora de la siesta y estoy muerto de sueño, pero esa frase se me ha quedado grabada, así que me pongo a escribir un post que no tenía programado. Mañana segui-remos hablando de atletismo.

Confieso que ayer me quedé delante de la tele, con la radio puesta y con la tablet en las manos, hasta ver y escuchar las comparecencias de algunos políticos y políticas a quienes las urnas les dieron ayer un buen varapalo. Me acabo de dar cuenta que una característica común a ellos y a ellas es que, para mí, son malas personas, personas sin escrúpulos para quienes el fin justifica los medios. Y ese fin ha sido el ejercicio caprichoso del poder, en beneficio propio, para lo que han recurrido a los medios más reprobables: el abuso de ese poder, las trampas, las mentiras, las descalificaciones, la utilización abusiva de los medios de comunicación y el desprecio de la opinión de los ciudadanos. ¿Quién o quiénes te vienen a la cabeza?

Dicen que la cara es el espejo del alma y en el caso de esos políticos y estas políticas ayer resultaba evidente. Su cara, su gesto, su expresión corporal, desmentían lo que estaban diciendo con la boca. No se esperaban el resultado y no lo habían digerido.

Decía Arnold I. Toynbee: ‘El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan’. Durante muchos años nuestro desinterés ha derivado en que nos gobiernen, en algunos casos, malos políticos, políticos ineptos; en otros casos, malas personas; y a veces, la combinación de la incapacidad con la maldad.

Hay una cita de Abraham Lincoln que viene al pelo de lo que sucedió ayer: ‘Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo’. A todos los lados del espectro político tenemos ejemplos.

He titulado este post crimen y castigo. Después de escribir el título, me ha entrado alguna duda, que he resuelto al consultar del diccionario de la R.A.E. de la lengua. Las dos primeras acepciones de crimen son: 1. Delito grave. 2. Acción indebida o reprensible. Pues bien, esos políticos ayer castigados por las urnas han sido protagonistas de delitos graves o han permanecido impasibles mientras se estaban cometiendo, además de actuar, hoy sí y mañana también, de forma indebida o reprensible.

Algunos han salido ilesos, pero, como dijo Charles Chaplin: ‘El tiempo es el mejor autor: siempre encuentra un final perfecto’. O ese dicho más popular de que ‘a todo cerdo le llega su San Martín.’

No hay comentarios:

Publicar un comentario