jueves, 7 de diciembre de 2023

Maratón de Valencia. Elena Silvestre. Resultado = Trabajo

Vamos con la segunda parte del Maratón de Valencia de Elena Silvestre, en la que nos cuenta la carrera. Ella la ha titulado Resultado = Trabajo

Raynald Denoueix, entrenador de la Real Sociedad la temporada 2002-2003, en la que fue estuvo a punto de ganar la Liga -lástima aquella derrota en Vigo la penúltima jornada- dijo una frase que se me quedó grabada y que utilicé mucho en mi etapa profesional: 'El objetivo no es ganar, el objetivo es jugar bien. Ganar es la consecuencia'. 


No sé si Elena conoce esta cita, pero estoy seguro de que la aplica. Vamos allá.

RESULTADO = TRABAJO

Llega el día de la carrera. Estamos alojados a 2 kilómetros de la salida y vamos andando para ir despertando al cuerpo. Estoy bastante tranquila y con confianza porque llegaba con los deberes hechos y el test de lactato que me había hecho con Ricardo la semana previa parecía indicar que llegaba en buen estado de forma.

Me separo de mi liebre habitual, Xabi, que sale en un cajón más atrás que el mío. Tengo la suerte de que me hayan dejado salir en el cajón élite. Gracias al Atlético San Sebastián por pelearlo. Estoy nerviosa y también feliz de haber llegado hasta ahí, rodeada de la élite española y mundial, muchos de ellos persiguiendo su sueño olímpico.

Comienza la carrera con esa salida espectacular que nos regala la ciudad de Valencia y que cada vez que veo el vídeo me pone la piel de gallina. Paso el kilómetro 1 y el 2 a ritmo de 3’45 y mi liebre no aparece. Me empiezo a preocupar por si entre tanta multitud de gente me ha podido pasar sin verme. De repente, justo un poco antes del kilómetro 3 aparece Xabi y respiro tranquila. Sabía que esta vez Xabi iba a tirar sólo unos pocos kilómetros (20-25), ya que arrastra molestias desde la Behobia y hacer más podría suponerle una lesión.

En el kilómetro 5 se nos une Iker Velasco, con el que ya habíamos acordado correr juntos con el objetivo de bajar de las 2h:40'.

Hasta el kilómetro 8 aproximadamente no voy cómoda del todo, pero de ahí en adelante el cuerpo se habitúa al ritmo y empieza a rodar fácil. Intento ir concentrada. El ritmo sólo lo miro cada 5 kilómetros, ya que confío plenamente en que Xabi nos lleva bien. Para distraer la cabeza, voy pensando en los puntos en los que sé que se iba a colocar mi familia para animar.

El primer punto era el kilómetro 13 y ahí están, animando con todas sus fuerzas. Al pasar, les saludo y les sonrío. El siguiente sería en el 26 y 29, aunque entre la multitud de gente no conseguí verlos. Esta vez, habían ido hasta Valencia mi hermana pequeña Natalia y su pareja Edu, con mi sobrina Zaira. Y por supuesto no faltaron a la cita mis mayores fans: mis padres. Mi hermana Marta, también atleta, no pudo estar esta vez; sin embargo la sentía muy cerca porque sabía que estaba viviendo esto tanto como yo.


Van pasando los kilómetros y Xabi nos va llevando “engañados”, un segundo o dos más rápido de lo previsto. Continuamente nos preguntamos entre nosotros si vamos bien; y parece que tanto Iker como yo tenemos buenas sensaciones, pese a ir más rápido de lo previsto. Voy corriendo feliz, sonriendo y alucinando de todo lo que está pasando a mi alrededor. Me parece increíble que haya tantísima gente corriendo a ese ritmo.

Pasamos la media en 1:18:58. Aunque voy bien, me empieza a preocupar haber salido muy ambiciosa y pagarlo más adelante. Pero ya es tarde para arrepentimientos.

Llegamos al 30, y seguimos con una media de 3’45-3’44/km. De caja las sensaciones siguen siendo muy buenas. Muscularmente se empiezan a cargar algunas zonas. Sin embargo, tengo una sensación rara de tener “hambre”, de querer correr más y comerme el asfalto.

Del 30 en adelante, subimos un poco el ritmo y mi cuerpo responde, veo que Iker también aguanta el cambio, mientras Xabi sigue animándonos. Empezamos a pasar a gente continuamente. Muchas caras conocidas, a los que animamos tratando de que se unan a nuestro tren. En el 35 seguimos subiendo y empezamos a marcar parciales a 3’42’’. ¡¡¡No me lo creo!!! Los dolores musculares son ya importantes, pero mi cuerpo responde y quiere más.

Sobre el 37, Iker decide acelerar un poquito más y se va en solitario hasta la meta. Yo aguanto hasta el 40, también en solitario, porque la liebre ya había hecho su trabajo. Xabi tenía que habernos dejado mucho antes, ya que no se había preparado para correr tantos kilómetros, pero, según sus propias palabras, para él era muy difícil abandonar en ese momento como ese, en el que va bien, es consciente de la marca que vamos a hacer y se siente responsable de tirar de Iker y de mí. Otra vez me ha llevado en volandas, al igual que en Sevilla, y no me puedo sentir más afortunada por ello.
Llego al 40, miro el parcial del último 5.000 y sale la media a 3’40’’. No me creo lo que está pasando, pero sigo apretando todo lo que puedo.

Justo en ese momento, me da un latigazo en el gemelo derecho que me impide seguir corriendo con normalidad. Siento que estoy cojeando y con muchísimo dolor. Sé que me acabo de hacer alguna rotura -de hecho ya me lo han podido confirmar- y que cada zancada que voy dando y apretando la estaré haciendo más grande, pero estoy en el kilómetro 40 y voy a hacer muy buena marca. No puedo tirar la toalla en ese momento. Tengo que resistir.

Aprieto los dientes y sigo corriendo con muchos dolores para perder el menor tiempo posible. Paso el 41 y ahí está de nuevo mi familia, que me da el último empujón para llegar a meta.

A falta de 350 metros piso la famosa alfombra azul de Valencia. Incluso estando tan cerca de meta, tengo dudas de si voy a poder entrar corriendo o andando por el dolor que siento en el gemelo. A falta de unos 100 metros veo el crono y sé que voy a hacer 2:37. No puedo describir lo que se sentí en ese momento, demasiadas emociones en unos pocos segundos.

Lo que sí recuerdo es abrir bien los ojos y tratar de visualizar todo lo que tenía alrededor. Y por supuesto, me vino a la cabeza otra maratoniana de los pies a la cabeza, que por segunda vez acababa de superar un cáncer e iba a estar en la meta esperándome: mi madre.


Llego a meta y busco a Iker (2:37:05), con el que había compartido casi toda la carrera y nos damos un fuerte abrazo. No nos conocíamos; de hecho le conocí ese mismo día en el kilómetro 5 de la carrera; y como decía antes, la maratón tiene algo que une.

También busco a mi amiga Laura Jiménez, de la cuadrilla de Teruel, que trabaja en la organización de la maratón desde hace muchos años y había sido responsable de llevar el coche con el crono delante de las primeras mujeres. Ella sabe lo que siento en ese momento, nos damos un gran abrazo y me ayuda con mi cojera a llegar hasta la salida. ¡¡¡Incluso se ofrece a llevarme en brazos!!!

Como decía al principio de este cuento, ni en el mejor de los sueños hubiera pensado que iba a poder hacer esta marca. Si me pongo a pensar en todo el recorrido hecho desde que empecé con la preparación, 12 semanas antes hasta llegar a la meta, puedo decir que lo he disfrutado, lo he odiado, lo he sufrido y finalmente lo he peleado. Como me dijo mi entrenador, Ricardo Jimenez, al que me siento profundamente agradecida por su dedicación: “… sobre todo es tu trabajo el gran responsable de tu marca.”

No quiero ir dando lecciones, solo, con vuestro permiso, consejos. Todos los corredores de fondo sabemos que en este deporte no hay secretos, más allá de la constancia y el trabajo. Aunque estéis agotados después de una dura jornada laboral, aunque esté lloviendo, aunque os apetezca iros de parranda, aunque os apetezca correr la Behobia tres semanas antes de tu objetivo…

Son muchas las cosas a las que hay que renunciar, pero os puedo decir que VALIÓ LA PENA.

Y termino con otra cita del gran Kipchoge en su discurso:

“Porque solo podremos alcanzar la grandeza si creemos plenamente que no hay nada que nos detenga. No hay límites; es nuestra mente la que nos lo hace creer de forma engañosa. Les insto, por lo tanto, a que miren al mundo así; a que vean el mundo sin límites y a que vean todo lo que es posible. También les invito a que empiecen a correr, no importa cuán lejos ni cuán rápido. Entonces, empezarán a sentir lo que yo siento.

Un mundo que corre es un mundo feliz. Un mundo que corre es un mundo unido.”

Terminamos. La marca de Elena Silvestre (2:37:36) es la cuarta mejor de todos los tiempos de una atleta de la Federación Atlética Gipuzkoana. Los 2:31:53 de Isabel Eizmendi (2006) y los 2:32:13 de Trihas Gebre (2018) están todavía lejos. Pero los 2:36:28 de Maria Luisa Irizar están a tiro.

¡Ah! y esa marca: 2:37:36 vale 1059 puntos WA. Todo lo que pasa de esos mil puntos merece mucho respeto.

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