miércoles, 6 de diciembre de 2023

Maratón de Valencia 2023. Elena Silvestre corre en 2:37:36

Iniciamos con éste la serie de posts que voy a dedicar al Maratón de Valencia 2023. Después de conocer el resultado, tenía claro que esa serie la tenía que abrir Elena Silvestre, que rebajó su marca (Sevilla 2023) en 3':28", dejándola en 2:37:36.


Esta turolense, nacida el 14 de julio de 1987, que estudió y se doctoró en la Universidad de Mondragón, lleva muchos años entre nosotros, desde su época de estudiante, y vive en Errenteria. Me consta que quiere y siente mucho a su tierra. Y esto seguro de que se siente igualmente vasca y miembro de nuestra comunidad.

En febrero, cuando hizo 2:41:04 en Sevilla, la presentábamos así:

La primera vez que hablamos de ella en este blog, el 19 de octubre de 2015, después de ganar por primera vez la Clásica de 15 K de octubre, que volvería a ganar en 2016, 2017, 2019 y 2022, la presentábamos así: 'la ganadora de la carrera de los 15 Kms de ayer pasa casi desapercibida, hasta el punto de que su cuenta de Facebook es Ele Nanita Silvestre. Eso sí, corre que se las pela, y es capaz de entrenar tanto o más que cualquier chico, a la vez que entrega una tesis doctoral con un título tan contundente como: 'Sheet metal roll leveling optimization by means of advanced numerical models and development of new concepts for last generation materials.'

Fueron dos entregas: 1 y 2 y, si tenéis tiempo, os invito a revisarlas.

Acabada la introducción, vamos con el relato que nos hace la propia Elena y que, como en febrero, vamos a dividir en dos entregas. La primera tiene que ver con la preparación. La segunda, con la carrera propiamente dicha.


Pero antes, dejadme recordar aquella célebre frase del coronel John 'Hannibal' Smith, el jefe y cerebro del Equipo A, serie de los años 80 del siglo pasado que seguro que recuerdan los que, como yo, somos de la generación del baby boom: 'Me encanta que los planes salgan bien.'

Pues vamos con la planificación y la preparación:

PREPARACIÓN MARATÓN = TRABAJO EN EQUIPO

Después de la gran experiencia que viví en Sevilla hace unos meses en mi primera maratón, siempre pensé que en mi segundo intento no todo podría salir tan bien. Todo maratoniano sabe las penurias y adversidades que te pueden surgir en carrera. Por eso pensé que lo que me pasó en Sevilla había sido un golpe de suerte y que en Valencia -¡quién sabe!- me podría tocar vivir la crueldad de la maratón.

2:37:36. Ni en el mejor de los escenarios pensaba que podría hacer esa marca. Mi objetivo era ver en el reloj 2:39:59. Con eso me hubiera bastado. Sin embargo, otra vez, y van dos, la buena suerte se puso de mi lado.

Permitidme que haga un corte en el relato. A mis 68 años, sin renegar de ella, no creo ni espero nada de la suerte. Confío mucho más en el trabajo. Como veréis a continuación, hubo mucho trabajo previo y muy duro.

La preparación ha sido quizás más solitaria que la que hice para Sevilla, cuando pude engancharme en muchas ocasiones al grupo de Ion Arzubialde, Iñaki y Gonzalo. Esta vez estaban más fuertes que yo y no pudo ser, por lo que me esperaba una preparación mucho más solitaria. Sin embargo ¡qué bueno es rodearse de gente que valora el esfuerzo que estás haciendo y que siempre están dispuestos a echarte una mano!

Me viene a la mente un entrenamiento en concreto, de un (8.000 + 1.000 ) x 2, un martes después de trabajar, a las siete de la tarde-noche, en el bidegorri de la playa de Hendaia. Día de temporal auténtico de lluvia y aire de los que ya conocemos en el norte, ni una farola encendida en el paseo y por supuesto ni una persona paseando al perro…



Pues ahí estaba mi Anetxu (Ane Zabala), que venía con su bici, su chubasquero y dispuesta a ayudarme, aunque eso supusiera agarrarse una pulmonía. Ese día, mientras terminaba el segundo 8.000, con la cara empapada por la lluvia, no podía controlar las lágrimas. Lloraba de la emoción de estar metiendo uno de los entrenamientos más duros de la preparación, en un día con todo en contra, y de sentirme afortunada de tener gente como Ane en mi vida.

Otro entrenamiento para el recuerdo fue el de los 3 x 6.000 que tuve que hacer en el velódromo. Sí, 90 vueltas a la pista. Ese día me sentía como un hamster. Mientras yo no paraba de dar vueltas, había continuamente entrando y saliendo gente para acompañarme las vueltas que pudieran. Entre otros, César Pérez, que aunque normalmente vamos “lentos” para el nivel que él tiene, siempre está dispuesto a echar una mano. Eskerrik asko!!!!


O las tiradas largas, en las que siempre he tenido buenos amigos para ayudarme, como Dani Oikili con su patinete eléctrico, al que gastábamos la batería completa con la tirada. O Iñigo Eseverri que me enseñó en bici muy buenos circuitos para hacer kilómetros. O incluso medio fondistas que se están transformando a fondistas, como Gorka Simón. Por supuesto, no puedo olvidar al resto de integrantes del RJ Team, siempre muy pendientes de cómo estaba, dispuestos a ayudar y animar en cada vuelta. Tampoco a otros maratonianos que he tenido el placer de conocer en el camino, como Jon Darreguessar y Kerman Lecertua, que compartieron conmigo la última tirada. O los cuidados de Ioana Arbillaga y sus consejos para que mis pies llegaran en el mejor momento a la carrera.


Y es que tal como he titulado este cuento, el maratón tiene una parte de preparación muy solitaria, en la que uno pelea consigo mismo; y también tiene otra parte que para mí prevalece: la de compartir todas estas vivencias con personas que empatizan contigo, te ayudan desinteresadamente, y con las que sientes una unión especial.


Pero no todo fue bonito en la preparación. El 22 de octubre, como parte de esa preparación, fui a correr la Media Maratón de Valencia... y me tuve que retirar. Mi objetivo era rebajar mi marca (1:16:03) y dejarla en 1:15 o menos. Tres días antes, el jueves, empecé a sentirme mal: dolor de estómago y algo de fiebre... A pesar de ello, decidí viajar, pensando que, milagrosamente, mi cuerpo le daría la vuelta. Pero en el atletismo no hay milagros. En el kilómetro 8 ya vi que la maquinaria no iba; así que decidí retirarme y no quemar un cartucho ese día para no dar una paliza al cuerpo. Fue un golpe muy duro, pero creo que tomé una decisión acertada.

También las semanas de agotamiento, noches sin dormir por dolor en las piernas.

Además, a falta de dos semanas, un fuerte dolor de rodilla pensaba que me iba a dejar fuera de la competición. Pero como otras muchas veces, Juanma Morales hizo su habitual “magia” y conseguí llegar a la línea de salida con confianza. Sí, son muchas situaciones duras en las que pones a tu cuerpo y mente al límite, pero ahí esta la fortaleza del maratoniano para seguir adelante.

Y con toda esta reflexión, me viene a la cabeza lo que dijo Eliud Kipchoge en su discurso durante la gala de los premios Princesa de Asturias:

¿Saben? correr no es sólo movimiento físico. Correr es un vehículo que tiene el poder de unirnos. Correr une a personas de todos los ámbitos de la vida, permitiendo que distintas culturas y trayectorias se unan para correr. Esa es una de las cosas que hace que correr un maratón sea tan especial. (…) Por eso siempre digo que debemos hacer de nuestro mundo un mundo que corre. Porque un mundo que corre es un mundo feliz. Y un mundo feliz es un mundo en paz. Existe un fuerte paralelismo entre correr y nuestra vida cotidiana, donde, para ser felices, debemos centrarnos en nuestra salud mental y superar los desafíos que se nos presentan antes de alcanzar, por fin, la proverbial línea de meta. Porque déjenme compartir una cosa con ustedes esta noche: alguien que termina un maratón, es capaz de lograr cualquier cosa en la vida.'

Mañana seguimos con la segunda parte: RESULTADO = TRABAJO.

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