Agosto, vacaciones, empie-za la Semana Grande, relajación. Está bien. Son tiempos duros los que nos está tocando vivir y viene bien un paréntesis. En septiembre volverán las clases para unos, el curro para otros y su falta para muchos más de los que es aceptable para una socie-dad que se dice avanzada.
Quizá es un buen momento para parar y repensar cuáles son nuestras prioridades. Un crucero por el Mediterráneo o un viaje a Disneylandia, pueden ser muy placenteros, pero me pregunto si nos los podemos permitir y si son realmente necesarios cuando tenemos dificultades para llegar a fin de mes.
Pensando en el corto y el largo plazo y aplicándonos a algo tan elemental como la economía familiar, valoremos en qué medida atendemos las necesidades más elementales de nues-tros hijos: salud y alimen-tación; y en cómo les preparamos para la vida que les espera: formación.
Todo lo que invirtamos en la formación -en el sentido más amplio- de nuestros hijos nos vendrá recompensado por un futuro mejor para ellos, sin importar que la ropa que vistan sea de marca, tengan un móvil de última generación o hayan estado en Eurodisney.
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