El domingo fui en el topo de las 9:30 con dos amigos de mi hija, Óscar Elizondo (en la foto) y Carlos Castillo, amigos y residentes en Funes, que debutaban en la B/SS, tras llevar apenas un año corriendo. 'desde que dejamos de fumar', según me contaron. Treintañeros, con buena planta, simpáticos... y nerviosos. En la media hora que duró el trayecto, de pie, fuimos hablando de esto y de aquello, bueno, yo hablaba, dándoles la txapa, y ellos escuchaban, con aparente interés.
Siguiendo mi recomendación, nos bajamos en el Paseo Colón de Irun y fuimos andando hasta la salida, en sentido contrario a la dirección de la carrera, lo que nos permitió cruzarnos con el grupo de cabeza y el rosario de corredores que les seguían. Eso fue después de bajar por la Avenida de Navarra, a lo largo de la cual estaban aparcados coches en ambos sentidos, dejando apenas dos carriles para los corredores en una zona situada muy cerca de la salida, cuesta arriba, entre los km 1 y 2, en la que resulta difícil adelantar.
Los ingleses utilizan la expresión out of the box para señalar un punto de vista ajeno, externo y no influenciado por el entorno. No sé si fue Óscar o Carlos quien me preguntó por qué no retiraban esos coches. A mí, que había pasado 27 veces por ese embudo, no se me había ocurrido que los coches molestaban. Al lado de casa, en la calle Zubieta, por la que pasan entre otras carreras, el Maratón de Donostia o el triatlón del Atlético San Sebastián, retiran los coches de la calle Zubieta, que es bastante más ancha que la Avenida de Navarra. Creo que la carrera mejoraría mucho si los atletas dispusiéramos del espacio que ocupan los coches aparcados en esos doscientos metros escasos.
Nos despedimos al llegar a la zona de salida. La mía estaba prevista a las 10:37 y salí veinte minutos más tarde para correr con el manto protector de Beronika Noya, que fue una liebre fantástica. Ellos salían más tarde y los dejé entusiasmados con el ambiente y con un subidon que les permitió acabar en 1:33:13 y 1:37:14, corriendo a ritmo sostenido y acabando muy enteros y con ganas de repetir. A ver si para entonces ya no están los coches de la Avenida de Navarra.
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