Ya pasó. Ya pasaron. La víspera, el gran día y la resaca. Residente desde hace 33 años en Donostia, casado con una donostiarra de Gros, que sale en dos tamborradas, padre de una hija que nació un 20 de enero y sale en otras dos tamborradas, y de un hijo que sale solo en una, acompañado de su novia de Tolosa, sigo sin apreciar lo que todos ellos aprecian; y sin disfrutar de lo que ellos disfrutan
Confesaré que no pongo mucho interés y que algo tendrá que ver mi escasa inclinación, cuando no aversión, a los acontecimientos festivos que convocan multitudes, como, por citar algunas próximas, el día de Santo Tomás, los Carnavales, los Sanfermines o la Semana Grande.
Así que, para no desairar a la familia, me he aplicado a las labores de intendencia, esas que se hacen en el backstage, y que facilitan la labor y el desempeño de los protagonistas de la fiesta: hacer los recados, ayudar en la cocina, poner la mesa, recogerla, fregar, poner lavadoras, colgar la ropa, acompañar las tamborradas, y hasta dar apoyo moral.
Desde hoy, pasado ya ese mes que empieza el 21 de diciembre con Santo Tomás y termina el 21 de enero con la resaca de San Sebastian, volvemos a la normalidad, aunque algunos tipos raros, como yo, vayamos contra corriente.
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