Para quienes no seáis de mi generación (1955), os aconsejo buscar referencias de Sharon Tate, Bruce Lee, Steve MacQueen o Charles Manson, así como del contexto cultural de finales de los años 60 del siglo XX, que van desde el mayo del 68 francés, hasta las comunas hippys, libertarias, contraculturales y supuestamente pacifistas nacidas en Estados Unidos con el trasfondo de la guerra del Vietnam.
Para quienes hemos vivido esos fenómenos, aunque sea desde muy lejos, la última película de Quentin Tarantino, Érase una vez en Hollywood, es un baño de realidad. Cincuenta años después, el tiempo, ese juez implacable, pone a cada uno en su sitio.
A los fans de Tarantino, entre los que me cuento, les gustará la película, incluso les encantará. Las dos horas y cuarenta y cinco minutos que dura se les pasarán en un suspiro y el final les pillará por sorpresa.
A los amantes del cine más veteranos les puede dar un ataque de melancolía por un modelo que ya no volverá, por un estado del arte que queda magníficamente presentado con las interpretaciones de sus protagonistas, los ingeniosos diálogos, el humor sutil, las imágenes retro y hasta el color, que recrea el de las películas de entonces.
Id a verla, estad atentos a las fechas que aparecen como referencia, a los comentarios en off, y, como digo al principio, leed antes un poco de quiénes son algunos de los personajes que aparecen y de aquel año 1969, tan lejano en el tiempo, en el que todos éramos mucho más ingenuos e inocentes.
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