domingo, 14 de abril de 2013

Leo Harlem, Groucho Marx, los paraísos fiscales y los escraches.

Esta semana, ha asistido, como espectador, a tres actos que me han hecho reflexionar sobre la deriva a la que nos está conduciendo la crisis: desempleo galopante, corrupción, paraísos fiscales, comparecencias de políticos sin turno de preguntas (¡y hasta por una plantalla de plasma!), quiebra del estado del bienestar, desahucios y escraches, a los que nos estamos acostumbrando como nos acostumbramos, hace años, a las barricadas, las quemas de cajeros y actos similares, a los que se aplicaba el eufemismo de kale borroka. 

El miércoles asistí a una conferencia organizada por el Rotary Club, titulada 'La crisis económica y el auge de los fascismos', en torno la crisis de 1929 y el auge del movimiento fascista en Europa, culminado por los nazis, que terminó en la Segunda Guerra Mundial. Nos hizo reflexionar sobre algunos paralelismos que se adivinan con la situación que vivimos actualmente. La conferenciante, cerró la charla con esta frase, que yo creía que era de Bertolt Brecht, pero que corresponde al pastor protestante Martin Niemöller: 'Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar'.

El jueves, disfruté, como los últimos años, del 11º Foro Eurogap Marketing. Un millar escaso de miembros de lo que un amigo mío llama la sociedad instalada, disfrutamos de la ponencia conjunta 'Conexión con el cliente', entre el polifacético y televisivo Luis PiedrahitaPepe Martínez, experto en el ámbito de la investigación de mercados, amenizada con monólogos y hasta con un impactante truco de magia. En un momento de su intervención, Pepe Martínez hizo referencia a uno de los personajes que habitan en nuestra mente: el vividor, y puso como ejemplo a Groucho Marx, del que todos conocemos esta frase: 'Estos con mis principios; si no le gustan, tengo otros'.

El viernes, el plan familiar 'juntos, pero no revueltos' era ver a Leo Harlem en el Kursaal. Como telonero actuó Dani Delacámara, que, para mí, se comió al propio Leo Harlem, quien fue capaz de llenar el auditorio grande del Kursaal en doble sesión, a las 8:00 y a las 10:30 horas. Seguro que los más de tres mil espectadores, con gran mayoría de hombres, también pertenecíamos a la sociedad instalada. ¿Por cuánto tiempo?. ¿Y por qué cito aquí a Leo Harlem?. Porque, para mí, su personaje, es el arquetipo de vividor, en la versión más bizarra/caposa, que nos hizo reír a los donostiarras, metiéndose con los bilbainos... y que cuando vaya a Bilbao, hará reír a los bilbainos a cuenta de los ñonostiarras. ¿Qué tal si empezamos a reírnos de nosotros mismos?

En la prensa de ayer (DV), en su columna de los sábados, Javier Elzo habla de los paraísos fiscales, que podrían entenderse como la máxima aspiración de un vividor. Citando a la directora de Le Monde, Natalie Nougayrède, dice: 'Los paraísos fiscales son una amenaza para la democracia. Minan el estado de derecho con su ocultismo. Son una ganga para todos los defraudadores... Urge reforzar las medidas de control y la corrupción transfronteriza'. Y seguro que no está hablando de Bárcenas ¿eh?; que, en esa liga, sería de tercera división. Como termina Javier Elzo, urge un auténtico rearme ético, donde derribemos de su pedestal del dios del dinero. 

En la prensa de hoy (DV), un habitual: Juan José Álvarez, titula su columna 'Chipre y Europa: crisis de confianza y valores' y pone encima de la mesa el problema de los paraisos fiscales.

Para terminar con Bertolt Brecht, hay un par de frases que nos vienen al pelo: 'Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse, tendrá que pasar al ataque.' y 'Las revoluciones se producen en los callejones sin salida.'

Estoy convencido de que muchos de los que protestan por los desahucios y participan en los escraches se sienten cargados de razón, pero están entrando en una dinámica muy peligrosa. Porque si empezamos con los políticos, podemos seguir con los banqueros (o los empleados de banca, que están sufriendo en sus propias carnes los desmanes de sus primeros ejecutivos), los directores de los hospitales, de las ikastolas, de los colegios, de...

Conozco a un gran profesional, al que le encanta la política, y que no milita en ningún partido, que ha sido repetidamente tentado a entrar en alguna lista o a asumir algún cargo relevante. La última vez le vi, me dijo que lo había vuelto a rechazar, 'porque quería bajar en zapatillas a sacar la basura, como todas las noches'.

Si nuestros políticos fueran como ese profesional, los pudiéramos elegir en listas abiertas, dedicaran parte de su tiempo y su agenda a atender y a escuchar a las personas que les han votado; si se pusieran en la piel de las personas que están en el paro, las que no pueden pagar la hipoteca, las que han perdido una beca, las que esperan angustiadas en las listas de espera, tal vez podríamos hacer algo por meter mano a los paraísos fiscales, a esas 'obscenas manifestaciones de ese fraude, que nos hunde un poco más a todos en el fango de la insolidaridad y de la autarquía, del sálvese quien pueda...'; y, tal vez, evitar que esas mismas personas que les han votado se presenten a la puerta de su casa a 'ladrar' (ahora) o a 'morder (¿igual más adelante?), como dice el inquietante Verstrynge





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