domingo, 4 de agosto de 2013

Rebajas

Estoy releyendo lo último que ha escrito Antonio Muñoz Molina: Todo lo que era sólido, un ensayo que presente con toda su crudeza la difícil situación que estamos viviendo en España, nos alerta de los riesgos a los que nos enfrentamos y nos anima a superarlos, dándonos alguna receta como la que compartiré con vosotros a continuación: '... una rebaja general y limitada de las identidades, un tránsito de la firmeza rocosa a la ductilidad de los fluidos, de la pureza a la mezcla, del monolitismo al pluralismo. Una rebaja nada más, no una renuncia, ni mucho menos una apostasía: que todo el mundo acepte ser un poco menos de lo que ya es, quizá un viente o un veinticinco por ciento.'

¿Qué tal si el de izquierdas es un 20% menos de izquierdas? '... no se convierte en un traidor de clase, pero estará quizá más capacitado para llegar a un acuerdo práctico con quien no piensa lo mismo que él'.

¿Qué tal si los nacionalistas -incluidos los españoles- son un 20% menos nacionalistas?. 'A un partidario vehemente de la españolidad no le perjudicará en nada ser un veinte por ciento menos español, y en cambio le permitirá entenderse con un vasco o un catalán que hayan diluido en proporción semejante sus identidades respectivas.' 

Sin renunciar a lo que somos, se trata de profundizar en lo que nos une, aceptando lo que nos diferencia. 

¿Qué tal si los creyentes acepten la existencia de los no creyentes? ¿Qué tal si los monárquicos aceptan a los republicanos?

Se trata de respetar a los demás, 'dejarnos influir por lo nuevo y lo desconocido, por las informaciones con las que antes no contábamos y las opiniones de otras personas que nos merecen respeto'. O, como dice más adelante: 'no enquistarse en el caparazón de lo inamovible, que no se sabe por qué suele ser tan prestigioso en España, donde se celebra como un mérito no cambiar nunca, permanecer fiel a convicciones invariables, y donde al que cambia fácilmente de opinión se le acusa de deslealtad o traición.'

Hace muchos años que advertí lo sano y fructífero que es cambiar de opinión, porque la opiniones, como las modas, son variables. No así los principios o virtudes universales. En la cultura occidental, a la que pertenecemos, siempre hemos hablado de estas cuatro: prudencia, justicia, fortaleza y templanza). Y yo procuro practicar alguna más, por ejemplo, las '4 Hs': humildad, humanidad, honradez y humor.

Y he comprobado que las personas que carecen de sentido del humor son las más intolerantes y las menos dispuestas a rebajar sus posiciones paras acercarse a las de sus interlocutores, sin considerar que estamos, literalmente, condenados a entendernos, si queremos salir con bien de ésta, dejando a nuestros hijos un mundo en el que puedan tener una vida decente. 
Aquí lo dejo, porque de los hijos podemos hablar en un próximo post.

Estamos en época de rebajas, ¡anímate!; y piensa seriamente en esta frase de Rabindranath Tagore: 'Para los hombres, aceptar es dar; para las mujeres, dar es recibir.'

2 comentarios:

  1. Siempre he pensado que la carencia de sentido del humor tiene relación directa con la carencia de inteligencia.

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  2. Así es. El humor -empezando por la capacidad de reírse de una mismo- engrasa muchísimo las relaciones personales y permite explorar rutas alternativas para en entendimiento.

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