martes, 16 de julio de 2013

Los 100 primeros días del papa Francisco

Bueno, alguno más. Desde que el 13 de marzo, en la quinta votación, Jorge Mario Bergoglio fuera elegido papa, adoptando el nombre de Francisco, han pasado 125 días y se nota un cambio.

Después del folklore mediático que acompañó su elección, con un despliegue informativo que no envidiaba al de una boda real o la ceremonia de los Oscar, que transmitía una imagen de la iglesia con la que resulta difícil identificarse, Francisco está demostrando que es un papa distinto, un gran comunicador y una persona que inspira bondad.

Misa en Lampedusa
Desde el primer momento, ha hecho gestos para cambiar esa percepción: su modesto crucifijo, sus zapatos negros de toda la vida, su decisión de residir en la casa de huéspedes del Vaticano en lugar de la residencia papal, su visita a la cárcel de jóvenes el Jueves Santo, las homilías de la misa diaria de la Casa Santa Marta, su primer viaje a la isla de Lampedusa para reunirse con los inmigrantes indocumentados… han dejado en un segundo plazo las intrigas de la curia, las finanzas vaticanas y los casos de pederastia.

Además, ha hecho manifestaciones contundentes: ‘San Pedro no tenía cuenta en un banco’. ‘Pensar más en el hambre de los pobres que en los bancos’. ‘El dinero tiene que servir, no gobernar’. ‘Sed pastores con olor a ovejas’.

Y ha abierto los brazos a todos, como en está bendición a los cientos de periodistas que acudieron a Roma para ver la fumata blanca y conocer al nuevo Papa: ‘Como muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia Católica, otros no son creyentes, de corazón doy esta bendición en silencio a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios. Que Dios los bendiga’.

Termino. Ya tenemos una edad en la que cuesta ser ingenuo y sabemos de las dificultades a las que se enfrenta el para Francisco, quien necesitará de toda la ayuda y la inspiración del Espíritu que es ‘quien hace que los jóvenes tengan visiones y los ‘ancianos’ tengamos sueños’.

Esperemos (de ‘esperanza’, virtud teologal) que sea cierto –como dicen los argentinos- que ‘El papa Francisco es un regalo de Dios’.

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