jueves, 26 de diciembre de 2013

29 x 2 = 58

Hossain Kaanache y yo
Era casi una cita a ciegas. Nos conocíamos de vernos muy esporádicamente por Anoeta, donde habíamos intercambiado algún tímido saludo. Empezamos a intimar en facebook, donde hemos intercambiado algunos 'me gusta', un regalo barato que, a veces, encierra un gran compromiso. Porque lo que cuenta él se sale del discurso oficial y de lo políticamente correcto.

A los dos nos fue apeteciendo hablar cara a cara, mirarnos a los ojos y hasta tocarnos para reforzar nuestras palabras y nuestras miradas. Han sido ochenta minutos en los que, al menos yo, apenas he podido cumplir con la 'agenda-orden del día' (esa deformación profesional) que me había trazado para este primer encuentro.

De atletismo -lo único que, aparen-temente, podríamos tener en común- hemos hablado sólo al despedirnos, cuando me ha dicho que después de año y medio empieza a sentirse nuevamente atleta. El tiempo (time; no weather) nuestro mayor tesoro, ha pasado de puntillas. Algo más hemos hablado del dolor, del sacrificio, del sufrimiento, del aprendizaje a través del error.

Siendo él como es un profesional de la enseñanza, hemos hablado de educación, un tema que me apasiona, de su vocación, de cómo educa a sus alumnos, de sus teorías, de sus métodos, de las conversaciones que tiene con los padres, de cómo gestiona sus diferencias con otros maestros más experimentados y más clásicos.

Hablando de diferencias, me ha contado el momento en el que se dio cuenta de que era diferente. Y lo cierto es que, sin ir más lejos, Hoss y yo somos diferentes. Sus rasgos son distintos de los míos. Nuestras referencias familiares, nuestra educación han sido distintos. Yo podría afirmar que he tenido y tengo una vida más acomodada que la suya. Y siguiendo con datos objetivos, yo le doblo la edad. Entonces ¿que tenemos en común?

Para contestar a esa pregunta voy a necesitar más citas, que ya no serán tan a ciegas, porque pienso que compartimos algunos principios y algunas posiciones como las que yo cito al hablar de mi misión personal. Somos corredores de fondo (en una interpretación amplia de esa expresión), nos gusta el trabajo duro y la compañía de las personas inteligentes. Evitamos a los que se quejan por todo. Creemos que el tiempo es nuestro mayor tesoro y que la mejor forma de disfrutarlo es procurar el progreso y la felicidad de los que nos rodean: familia, amigos, compañeros de trabajo... Y nos motiva salir de nuestra zona de comodidad, como hemos empezado a hacer hoy, al iniciar esta relación.

Me gustaría saber si también Hoss ha aprendido a reírse de sí mismo (yo, a su edad, me tomaba mucho más en serio). Y por encima de todo, aunque no se me ocurre cómo, me gustaría poder serle útil desde lo que me hayan podido enseñar mis 58 años. Y poder seguir aprendiendo de sus 29. Porque de ellos debería ser el futuro.

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