En Rey blanco, novela de Juan Gómez-Jurado que cierra la trilogía que arranca con Reina roja y sigue con Loba negra, terminan de encajar todas las piezas que quedaron sueltas en las dos primeras entregas y muchas más que se añaden al puzzle en la tercera.
Como las dos anteriores, me he ventilado la novela en dos días, aprovechando cada rato de tiempo disponible. Ayuda a ello la agilidad del autor a la hora de contar la historia: capítulos cortos, frases directas, diálogos rotundos, acción vertiginosa y tramas paralelas que van convergiendo hasta llegar al desenlace.
No os voy a contar nada de la trama, como tampoco hice con Reina roja y Loba negra, porque la gracia está en ir de sorpresa en sorpresa, de descubrimiento en descubrimiento, de susto en susto; de ir destapando cada una de las muñecas rusas que nos va presentando el autor, hasta llegar a la resolución de los sucesivos enigmas que nos va planteando.
Hasta hace unos pocos días, no había leído nada de Juan Gómez-Jurado y tras veinte horas de lectura me tiene entre los que estarán atentos a todo lo que publique.
De momento, siguiendo las recomendaciones recibidas, tiro atrás en el tiempo y ya he empezado con El paciente.
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