lunes, 22 de junio de 2015

Redondela-Pontevedra

Ponte Sampaio
Yo, que madrugo más que el sol de junio, no he oído el despertador y he amanecido con retraso, a las 6:45, gracias a un reseco tremendo. Temerosos del sol y del calor, queríamos salir muy pronto, pero entre mis estiramientos, hacer la motxila, las duchas y los desayunos, ya eran las 8:15 cuando nos hemos puesto en marcha.

El sol también estaba perezoso o jugando al escondite entre las nubes, lo que hemos agradecido. Mientras escribo, lo vemos por primera vez y notamos que calienta de verdad.

Esta tercera etapa me ha gustado más que las dos anteriores, salvo medio kilómetro por la carretera N-550, antes de llegar a Arcade. El granito y los emparrados siguen omnipresentes, pero apenas tropezamos con ningún coche por las pistas o caminos asfaltados, casi siempre a la sombra. Sólo al atravesar el viejo y estrecho puente romano de Ponte Sampaio nos hemos tenido que hacer a un lado. Por cierto que el 7 y el 8 de junio de 1809, en este puente los partisanos gallegos detuvieron el avance las tropas napoleónicas al mando del mariscal Ney.

Capilla de Santa Marta
Hay un par de subidas, no muy exigentes. En la segunda, un joven nos ha aconsejado un camino alternativo a la parte final de la etapa, después del kilómetro 15, donde está la capilla de Santa Marta. Un poco antes, hemos parado en un caserón lleno de banderas, como si fuera la ONU, donde un matrimonio de jubilados disfruta acogiendo a los peregrinos y charlando con ellos. Lo que iba a ser una parada técnica, ha derivado en tertulia alrededor de un café de puchero, que nunca se acababa. Casi una hora después, hemos vuelto al Camino con las fuerzas y el espíritu renovados.

Pontevedra. Santuario de la Virgen Peregrina
Y nos hemos tomado la revancha de la travesía por el desierto que fue el paso por el polígono industrial de O Porriño del primer día, entrando en el paraje natural de O Pobo, que discurre en paralelo a los meandros del río Tomeza, a la sombra de una vegetación exuberante. El camino se alarga un kilómetro, pero merece la pena.

Hemos llegado a Pontevedra -que nos ha causado muy buena impresión, pese a ser la ciudad donde creció Mariano Rajoy- poco antes de las 13:00, después de caminar más de 20 kilómetros durante 3 horas y 49 minutos, sin contar la parada-tertulia. Ya hemos cogido ritmo y nos quedan tres días para llegar a Santiago. Se nos va a hacer corto el Camino.

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