
Estudia el doble grado de Fisioterapia y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la universidad de Lleida. Y así nos cuenta su experiencia del confinamiento, en la doble vertiente deportiva y académica.

Cuando por fin volví a correr, vino el coronavirus y de un día para otro, abandoné Lleida, con mucha pena, porque me encanta la vida universitaria, vivo genial, me gusta lo que estudio, mis amigos, los jueves universitarios, el río para correr… No sé, lo echo mucho en falta.
Volví a casa pensando que sería cosa de dos semanas. Un amigo tenía una elíptica muy vieja y se la compré. Le di tanta caña que a los diez días dijo basta y se rompió.
Me agobié bastante pensando que iba a perder la forma, pero enseguida me di cuenta de que a corto plazo no íbamos a competir y se me pasó.
A mí me encanta competir y me da mucha rabia no saber cuándo me pondré de nuevo un dorsal. No sé si entrenaría igual si no tuviera una carrera, un objetivo. Me gusta retarme y ver de lo que soy capaz.

Todos los días he hecho hora y media, además de ejercicios de coordinación y fuerza, subiendo y bajando un muro que tenemos en casa, haciendo sentadillas con una mochila, metiendo libros y cartones de leche, subiendo y bajando escaleras… un poco de todo.
Para cuando me di cuenta de que la cosa iba para largo, yo no había stock de cintas y elípticas. Además, si quieres una buena, que te permita correr a ritmos altos, son carísimas. Por lo tanto, quedaron descartadas.
En cuanto a la Universidad, mejor no hablar. Tengo profesores que aún no han dado señales de vida. Imagínate. Otros se conectan una vez a la semana, te leen un power point y hasta la semana que viene, de manera que cuatro horas y media de clase se quedan en veinte minutos. Algunos sí que hacen bien su trabajo y hasta se pasan en las conferencias, hasta el punto de que más de una vez me he tenido que desconectar.

El jueves tuve mi primer examen. Un desastre. Para que no copiemos, teníamos que contestar diez preguntas en diez minutos. Si por lo que sea se te bloquea el wifi, adiós. En diez minutos no puedes demostrar nada.
Alternativamente, nos están abrasando con trabajos, así que no me dan las horas para abarcar toda la tarea que me va cayendo,
Por lo demás, con la familia genial y valorando de verdad el placer de correr, ahora que nos falta.
Mañana -lo escribió el viernes- las calles se llenarán de runners y puede que muchos de quienes me llamaban loca por correr esos días de frío, de lluvia, de exámenes, se pongan en nuestro lugar.
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