Sin entrar en el debate de la necesidad, utilidad, eficacia, imposición de las mascarillas, el pasado fin de semana hemos visto dos imágenes de los presidentes de dos comunidades autónomas en las que es obligatorio el uso de la mascarilla en cualquier ámbito y espacio público, incluyendo la calle.
Si yo viviera allí, mi percepción de esa imagen es que quien está al frente de Navarra se muestra tal cual es, sin esconderse detrás una mascarilla, que usa cuando es necesaria o imperativa.
Esta imagen me sugiere miedo, tristeza, preocupación, pesimismo, desconfianza, falta de trasparencia y hasta melancolía.
Bueno, igual son cosas mías y tengo he hacérmelo mirar.
En una situación como la que estamos viviendo, en la que parece que se cumple el viejo axioma de Sócrates, aquello de solo sé que no sé nada, en la que, a mi modo de ver, necesitamos mensajes en positivo, señales de esperanza y alguna pequeña certeza, más allá de las dudosas bondades de usar mascarillas, a mí me inspira mucho más la imagen la Maria Chivite que la de Iñigo Urkullu.
Hay una frase, que se atribuye a Jean Cocteau, que dejo para que reflexionen los asesores de Urkullu: 'Los espejos, antes de darnos la imagen que reproducen, deberían reflexionar un poco.'
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