sábado, 21 de noviembre de 2020

Fariña

Empecé a verla el pasado miércoles en mi sesión diaria de bici estática y me ha acompañado durante diez capítulos, casi diez horas, en las que he recorrido 309 kilómetros. 

Con un ritmo trepidante, Fariña nos introduce en el mundo del contrabando de tabaco y en el narcotráfico en las costas gallegas en los años 80 y 90 del siglo pasado. Basada en hechos y personajes reales, repasa la trayectoria de los principales capos de la droga, su imbricación en la sociedad civil, sus conexiones policías, políticos, jueces... su aceptación social, su caída en desgracia...

Cuenta con interpretaciones muy sólidas, entre las que destacaría las de las mujeres: madres, hijas, esposas y hermanas de los protagonistas, que viven en un entorno absolutamente machista y son el soporte de familias en apariencia normales; personajes muy secundarios, a la vez que claves para entender la trama y dar cohesión, contexto y coherencia a las historias que nos van contando.

Para mí, que trabajé seis años (entre 1978 y 1984) en Azkuene, un barrio a caballo de Donostia y Pasaia, que entonces tenía mucha población gallega, tiene un punto de nostalgia y de añoranza del idioma, las expresiones y la musicalidad de esa lengua.

La banda sonora es magnífica, hasta el punto de que, cuando sonaba alguno de sus temas, me ponía a pedalear como llevado por el diablo. Aquí tenéis un ejemplo.

Tan adictiva como la coca.

Siguiendo varias recomendaciones, hoy he empezado con Gambito de dama. Ya os contaré. 


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