Hace dos domingos, el 1 de noviembre, decíamos: 'El domingo que viene, volveremos a Bataplán 8.0'. No pudo ser. El castigo al que el Gobierno Vasco ha sometido a los deportistas, sin ninguna evidencia de que la práctica de la actividad física al aire libre contribuya a la propagación del virus Covid-19, impidió que volviéramos a juntarnos y llevamos ya una semana en la que cada uno se busca la vida para correr.
En mi caso, he abandonado el plan maratón ante la evidencia de que será imposible correr uno, siquiera 'clandestino' , a corto o medio plazo. Es una decisión que tomé el martes después de completar, bajo un diluvio implacable, 15 kms, que incluían 5x2.000 metros, calculados con el Garmin, recuperando 2':30" al trote, porque era imposible estar parado con la que estaba cayendo a partir de las seis y media de la mañana. Terminé empapado, con las manos congeladas y con la moral por las nubes.
Desde ese día, tengo nuevo escenario para entrenar: la vuelta al Reale Arena y el Mini-estadio de Anoeta, un circuito de mil doscientos metros escasos, al que di diez vueltas el miércoles en 1:01:20, en 59:25 el jueves, en 57:45 el viernes, en 56:33 ayer y en 55:34 esta mañana, arrancando a las 6:10.
Ya tengo tomadas referencias cada cien metros, aproximadamente, para hacer series de mil metros o más cortas, en las que pondré el foco para el o los días que toque entrenamiento de calidad, hasta que se atisbe la posibilidad de volver a correr y competir.
También tengo a mano las escaleras que llevan a la plaza de toros y las cuestas que suben desde allí hasta Miramón. Para el resto de los días, a dar vueltas a razón de 950-1.000 pasos por vuelta. Yo solito.
Hasta que podamos volver a juntarnos, en Bataplán o donde sea.
'La vitalidad se revela no solamente en la capacidad de persistir sino en la de volver a empezar.' (Francis Scott Fitzgerald)
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