jueves, 18 de enero de 2024

Imanol González Gete. Siempre con Flo, siempre con flow

Iñigo, que entrena con él, me lo venía diciendo desde hace un par de meses: 'Ojo con Ima, que está muy fuerte.'



Lo confirmó el 22 de diciembre, al correr los 3.000 metros en 8:35.92, marca personal, conseguida con 42 años largos. Cumplirá 43 el 2 de febrero.

Lo ratificó el pasado sábado 13 de enero, en el Campeonato de Euskadi en Pista Cubierta, al ser segundo en los 1.500 metros con 4:02.75, marca personal y récord de Gipuzkoa M40. Como decía en el post: 'Está como nunca'. 

El domingo, estuve con Imanol viendo las carreras de 800 metros del Campeonato de Euskadi en Pista Cubierta. Estaba feliz y me dijo que me iba a mandar un texto para publicar en este blog. No es la primera vez y espero que no sea la última.

Los que somos tímidos podemos tener, puntualmente, comportamientos temerarios. Como dijo Pascal: 'El hombre es naturalmente crédulo, incrédulo; tímido, temerario.'

Lo digo porque yo me reconozco tímido y me consta que Imanol también lo es. Y porque, a veces, somos capaces de abrir nuestro corazón, como lo hace Ima en los siguientes párrafos.

El título: Siempre Flo, siempre con flow, entiendo que está dedicado a su entrenador: Florian García Favón, que está en la foto de arriba con Imanol.

Allá va:

Esto no es un texto de autoayuda, es simplemente exponer sin ningún tipo de rubor cómo soy, qué me ha pasado y por lo que creo que estoy donde estoy a día de hoy.
Los planes… ¡aissss los planes! ese delicado y débil hilo al que confiamos nuestras vidas, creyendo que son la madre del cordero... Ahora me viene a la memoria, una frase de Monsieur Beldarrain: “la vida es cambio, recela de quien no cambie”.
Bueno, pues hace ya tiempo, "mis planes" se fueron literalmente a tomar por donde no da el sol, arrasando una vida que de por sí ya estaba bastante tocada. Ahora lo veo desde la perspectiva que te dan el tiempo y la autocrítica, frivolizo y hago bromas de algunos aspectos, sin ningún tipo de vergüenza. El humor, siempre el humor, ese salvavidas con mil caras, del que poco se habla y mucho se recela.
Hace años me separé. Como alguien formado en un colegio católico, apostólico y romano, educado en un sistema de valores en los que el cuidado del aspecto emocional es tirando a cero patatero, lo tenía todo para triunfar. Vamos, que me vi de mierda hasta las cejas, paralizado, avergonzado y, para colmo, asediado por mil y una dudas y prejuicios más.
Sin embargo, la mayor desgracia no había llegado aún, ya que, al de nada, perdí una gran parte de mí, cuando Josu, mi hermano, amigo, compañero de fatigas, confidente y, sobre todo protegido, falleció.
La capacidad con la que contaba para poder gestionar esta situación con una mínima solvencia, era más o menos comparable a la preparación de Sergio Román cuando quiso correr un maratón (otro día hablamos de ti Boss, que hoy me toca a mi).
Poco a poco, entendí que tenía un montón de trabajo por delante, que estaba viviendo la vida muy limitado y eso me afectaba en todos los aspectos. En la manera de relacionarme con la gente, en el trabajo, en el deporte, en la familia… y sobre todo en mi interior.
No sé si es bueno o no, pero me tengo por una persona intensa y sensible. Me gusta serlo, aunque me ha acabado gustando más cuando he aprendido a entender cómo disfrutarlo y no ir por la vida como un deportivo con las ruedas desgastadas. Ese fue el principio de una labor que no tiene fin.

Sumido en el caos, Florian, mi entrenador, me trató con mano de hierro y guante de seda, mientras que Sergio Román, el Boss, cuidaba de mí como un hermano mayor, con un palo en cada mano, para que no me desviara del camino. Y ahí sigue.
Escuchar, tener paciencia, rodearme de cariño y aprender a darlo-disfrutarlo todo, son unos pilares básicos en los que baso una forma de vida que, como ya he comentado, me gusta.
Gestionar una crisis personal no es que sea difícil, es simplemente que no estamos preparados. Desde el colegio, siempre me sentía con una energía brutal que era incapaz de transformar en nada. El deporte en ocasiones me servía, pero la mayoría de las veces salía a la luz en mi peor versión, ira, frustración y fruto de esto último llorar, llorar mucho y una pérdida de confianza notable.
El valor que le doy a día de hoy a la gestión emocional, no es que sea algo en lo que creo, sino que es un hecho palpable, que poco a poco emerge como una pequeña planta que busca la luz y da frutos.
Con todo esto, no quiero vender ninguna moto a nadie, si no te lo curras no vas a rendir en ningún aspecto de tu vida, eso es así aquí y en la China. A lo que voy es que siempre nos fijamos en el resultado y no en el origen del mismo, en el proceso. Merece la pena -en mi opinión, es vital- parar y dedicar el tiempo que haga falta a trabajar en buscar esa zona cero y desde la calma volver a construir. Todo lo demás va rodado… con un porrón de trabajo ¡¡¡¡JAJAJAJA!!!!
Hace años, mi izeba me regaló una tarjeta de ZORIONAK en la que había escrito: “Los resultados son 99% esfuerzo y 1% habilidad, así que toma una toalla que te vas a tener que duchar mucho”.

2 comentarios:

  1. Enorme Imanol.
    Cuanto aprendi contigo.
    Un fuerte abrazo.

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  2. Earra Ima!!💪🏽💪🏽💪🏽

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