lunes, 28 de enero de 2013

Lincoln


El futuro de la dignidad humana depende de nosotros.
Daniel Day Lewis en su espectacular caracterización


Con este frase, hacia la mitad de las dos horas y media que dura la peli, Abraham Lincoln zanja del debate generado en su gabinete sobre la oportunidad de presentar en ese momento (enero de 1865) la decimotercera enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, que abolió oficialmente la esclavitud en ese país.

Ayer a la tarde, en Madrid, disfruté de esta gran película y hoy, en el tren de vuelta, empiezo a escribir este post, que estoy terminando por la noche, ya en casa.

Apoyado en la brillantísima interpretación de Daniel Day Lewis, Spielberg firma una película redonda, que nos presenta a un Lincoln con múltiples aristas: el líder mesiánico, el estadista, el político calculador, oportunista y populista, y el hombre en su entorno familiar, donde su personaje se humaniza, hasta mostrar las mismas debilidades que cualquiera de nosotros.

Una peli en la que ¡sorpresa! los republicanos más radicales quieren abolir la esclavitud y los demócratas se resisten. Magnífico papel de un difícilmente reconocible Tommy Lee Jones en el papel del congresista republicano Thaddeus Stevens, cuya vehemencia y acritud contrasta con la más equilibrada y pragmática posición del presidente y de algunos congresistas, que hacen bueno aquello de que la política es el arte de lo posible.
Tommy Lee Jones como Thaddeus Stevens

Política con mayúsculas, más llamativa que nunca en esta vieja Europa, huérfana de líderes de verdad, como Lincoln, que subraya la fuerza de la unión y que recibe como ciudadanos de la Unión, con todos sus derechos, a los secesionistas del Sur. 

Por cierto que una secuencia de la película, en palabras del propio Lincoln, se hace una explicación muy didáctica de lo que es un estado federal y de los límites que ese estado impone incluso a alguien tan poderoso como el presidente de los Estados Unidos, que necesita de todos sus recursos para que el Congreso apruebe esa ya famosa enmienda XIII.

De obligada visión para todos los políticos de Europa, inmersa en un proceso de descomposición, que sólo se puede revertir, como hace Lincoln, apelando a la dignidad humana, totalmente olvidada en esta sociedad que nos está tocando vivir; en la que estamos abandonando los valores del humanismo cristiano -en los que se sustenta la cultura occidental- sustituyéndolos por el materialismo, el relativismo y el hedonismo; y donde la cultura del esfuerzo y la simple decencia están pasados de moda.

¡Qué lejos estamos, de un 'gobierno de la gente, por la gente, y para la gente'! como proclamaba Lincoln.

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