lunes, 14 de enero de 2013

Los desorientados. Amin Maalouf


Hace poco que he descubierto el placer de viajar en tren. Ayer a la tarde viajé a Madrid y esta tarde he vuelto a casa. Once horas de tren, dedicadas fundamentalmente a leer, con el aderezo de alguna cabezadita, la atención del correo electrónico, varias consultas en internet, alguna llamada de teléfono y una sola visita a la cafetería.

El objeto de mi atención ha sido Los desorientados, la última novela de Amin Maalouf, de quien mi única referencia era León el Africano.

Y estoy verdaderamente entusiasmado con su lectura. En sus más de quinientas páginas, nos encontramos con frases como: 
  • 'Perdemos la memoria de las palabras, pero no la memoria de las emociones'.
  • 'No estoy seguro de que haya que perdonar a los que se mueren'.
  • 'Nacer es venir al mundo, y no en tal o cual país, ni en tal o cual casa'.
  • 'Hay incontables cosas que nuestros descendientes verán y que nosotros  todavía no vemos, porque nosotros también tenemos nuestros puntos ciegos'.
  • 'Los principios son vínculos, amarras; cuando los soltamos, nos liberamos, pero nos pasa lo que a un globo grande lleno de helio, que sube, sube y sube, y parece que se eleva hacia el cielo, siendo así que se eleva hacia la nada'.
  • 'No es posible ser a un tiempo rabiosamente nacionalista y resueltamente universalista'.
  • 'En los principio de mi vida, soñaba con construir el mundo y, si echo cuentas, no he construido nada del otro mundo.
Y de todas las frases, me quedo con una que, para mí, resume el mensaje optimista, sí, optimista, de este libro que habla de la amistad en el  marco de un conflicto tan enquistado como el de Oriente Medio: 'Más vale equivocarse en la esperanza que acertar en la desesperación.

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