sábado, 20 de enero de 2018

Paladas sin fondo

La estabais esperando ¿verdad? Ima González Gete vuelve a demostrar su generosidad con este blog y nos obsequia con un relato intimista, accesible para todos aquellos que hemos hecho del atletismo, que es mucho más que el running, parte de nuestros hábitos y, por lo tanto, de nuestra vida. La ilustración de abajo es de su puño y letra. Un artista por partida doble

Esto del atletismo, tiene ciertas similitudes con lo que viene a ser una relación tormentosa. Altibajos, momentos dulces salteados de descensos a los infiernos. Lesiones y marcas personales. Aprendizaje continuo y sobre todo una sensación de que uno nunca se puede relajar, dado que, si no, se estanca o lo que viene a ser lo mismo, la relación  cae en el ostracismo.

Las etapas agradables, son como una autopista; uno pone el control de velocidad y el vehículo apenas gasta combustible. La cuestión es, que si cada cual no disfruta de ello, corre peligro de ni tan siquiera darse cuenta de lo que le ha costado llegar a estar en forma.

En contraprestación, tenemos las largas pretemporadas y las puñeteras lesiones. Dolores en lugares que ni la mente del mismísimo Julio Verne hubiera llegado a imaginar que existían. Nombres técnicos para describir de manera casi impronunciable, que simplemente te duele el pie, la pierna, la espalda o peor aún, todo a la vez.

Es entonces cuando la relación atleta-entrenador pasa por una verdadera prueba de fuego. Hablar, escuchar y sobre todo hacer caso. En definitiva, confianza. El míster sabe, uno hace balance de lo que ha mejorado en los últimos años y ese es un gran aval para mantener la confianza en el guía.

Pero en estos momentos de bajón, también te vienen a la memoria los grandes deportistas que has ido dejando por el camino. Personas que han ido cayendo, como si la vida deportiva fuera una especie de desembarco de Normandia en la que los heridos se van supliendo por soldados de reemplazo o jóvenes valores en este caso.

Las citadas lesiones, las relaciones de pareja, los hijos, los estudios, el trabajo o la pérdida de ilusión, son factores (tan  importantes, como personales) que condicionan o limitan la vida deportiva. Y yo empiezo a acordarme de mucha gente, personas con las que acabas compartiendo alegrías y desdichas, Amistades labradas a fuego, porque sufrir une mucho. Y claro, cuando desaparecen, te entristece.

Pero siempre aparecen jóvenes empujando, cargados de ilusión y locura, que te contagian y hacen que tu espíritu rejuvenezca año tras año y esto es lo que hace único al deporte. Vivimos en una agradable burbuja, que permite la interacción entre generaciones, diferentes entes laborales y nacionalidades. Un lujo a valorar como se debe.

Volviendo al tema del estancamiento, vemos que entre entreno y entreno, vamos construyendo, Dios sabe que en ocasiones con la certeza de que no mejoramos, que nada tiene sentido. Como si fuésemos maquinistas que alimentan una locomotora de carbón y éste cae al fondo de la vía, sin provocar movimiento alguno en el tren. Pero todo suma, paciencia. Resistir es vencer, rezaba el lema de la familia de Ernest Shackelton.

La constancia siempre tiene premio, el que ama acaba siendo amado, el que entrena acaba rindiendo, el dolor pasa y en estas, me viene a la mente vivir para contarlo es la leydel grupo Violadores del Verso.

Un saludo a todos.


Ima. @AtletaAnarka

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