jueves, 6 de septiembre de 2018

Carreras populares para todos

El fenómeno del deporte popular, o mejor, el fenómeno del deporte popular competitivo y organizado, empezó con el runnig, con aquellos maratones populares de los años 70 y 80 del siglo pasado y otras carreras de larga distancia, de las que la Behobia-San Sebastián (B/SS), es un modelo de éxito. Como mansas olas al principio y como un tsunami después, las grandes marcas deportivas descubrieron un mercado millonario en clientes, en dólares, en euros y en cualquier moneda de curso legal. Las carreras populares empezaron a proliferar a lo largo y ancho de la geografía mundial, multiplicando exponencialmente los consu-midores de zapatillas, camisetas, pantalones, mallas, gorras, calcetines, medias, guantes, cortavientos, chubasqueros, manguitos, gafas, cronómetros, pulsómetros, GPSs, geles y un largo etcétera de productos para un mercado que crecía y crecía, en el que todos encontraban su nicho.

Ahora mismo, si nos quedamos solo en Gipuzkoa, estamos cerca de llegar a los dos centenares de carreras populares al año, que se concentran especialmente en el último cuatrimestre, en el que acabamos de entrar, que tienen su traca final con las San Silvestres del 31 de diciembre, y su punto álgido en la B/SS del segundo domingo de noviembre.

Siendo eso así, el modelo da síntomas de agotamiento y, con contadas excepciones en carreras de nicho, como, por ejemplo, la Lilatón, las cifras de inscripción y participación discurren a la baja. Hay varias razones, que van desde la moda hasta la competencia con otras disciplinas más novedosas, más ¿ecológicas?, más ¿épicas?, más cool, menos estresantes… y, tal como yo lo veo, menos exigentes, como las carreras de montaña, las travesías a nado, el duatlón, el triathlon, el cross-fit… incluso el golf.

Si hacemos un análisis de la participación en las carreras populares de todo tipo, desde el maratón hasta una carrera corta de barrio, observamos que en la tónica general de descenso, las mujeres crecen. Y si echamos un vistazo a nuestras calles, nuestros parques y cualquier lugar en el que se pueda correr, cada vez hay más mujeres, cada vez corren más y mejor y cada vez están mejor equipadas. Eso lo han visto las marcas y están incidiendo en ese mercado. Por lo general, un hombre sale o salía a correr de cualquier manera, sin importarle ni mucho ni poco si el pantalón o la malla iba con la camiseta, las zapatillas y/o la gorra. La mayoría de las mujeres, con buen criterio, que comparto, tienen muy presentes esos detalles.

A mi modo de ver, los organizadores de las carreras populares tendrían que seguir el ejemplo de las marcas y poner el foco en la mujer, interesarse seriamente por ella, conocer lo que en la jerga de la calidad llamamos requisitos. Y hay uno que, siguiendo con la misma jerga, es absolutamente higiénico: que las mujeres tengan el mismo reconocimiento, el mismo incentivo y, en su caso, los mismos premios, sean o no en metálico, que los hombres. Sorprende por eso que todavía haya organizaciones que no lo tengan en cuenta.

En estos cuatro meses: septiembre, octu-bre, noviembre y diciembre, tenemos over-booking de carreras, algunas muy consolidadas, otras incipientes, entre las que no siempre resulta fácil elegir. Uno de los criterios que os sugiero tengáis presente al hacer vuestra elección es el de la no discriminación, que vale tanto para los hombres, como para las mujeres. A ver si aprenden de una vez.

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