viernes, 13 de noviembre de 2020

Borgen

Para combatir la monotonía de mis sesiones de bici estática, recurro a la visión de series de televisión que me recomienda mi mujer. En el confinamiento, empecé con La casa de papel, y la última que he visto y acabé la semana pasada es Borgen, una serie danesa que tiene como protagonista a una política 'distinta', que llega por sorpresa a ser primera ministra.

En paralelo, nos mete en la redacción y los estudios de una cadena de televisión y de un periódico sensacionalista, mientras nos va contando las relaciones entre la política y unos medios de comunicación en crisis de identidad y esclavos de las audiencias.

Borgen es como se conoce en Dinamarca al palacio de Christianborg, sede de los tres poderes del estado y oficina del Primer Ministro.

Los otros escenarios principales de la serie son los estudios de televisión TV1, la redacción del periódico Ekspres y la casa familiar de la primera ministra.

En sus tres temporadas, nos va contando el ascenso de Birgitte Nyborg, sus problemas para conciliar su vida familiar con la exigencias de la política, las intrigas palaciegas y los vaivenes de la prensa, con puertas giratorias con los gabinetes de comunicación de los políticos.

Acostumbrados a la vida política en España, llama la atención que muchos políticos, incluida la primera ministra, utilicen la bici para desplazarse, no haya casos de corrupción y sean tan accesibles a los medios.

A mí me ha encantado la serie y la recomiendo de verdad, haciendo una salvedad. Los 10 capítulos de la primera temporada están doblados al español y uno se familiariza con las voces de sus protagonistas. Sin embargo, los 20 capítulos restantes (10 de la segunda y 10 de la tercera temporada) están doblados al español que se habla en sudamérica o EE UU y cuesta acostumbrarse al cambio de registro.

En todo caso, una obra maestra sobre los entresijos de la política... y de la prensa.

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