Todos tenemos filias y fobias. Yo también. De las segundas prefiero no hablar aquí, pero de las primeras, me vais a permitir que os hable de un tipo al que aprecio de verdad: Iñaki Gerica.
Hace dos años hablábamos de él aquí, después de que -por fin- en el 45º Maratón de San Sebastián, hiciera 2:29:56.
El pasado domingo, en el 46º Maratón de San Sebastián, con 46 años, mejoraba esa marca y la dejaba en 2:28:21. Lo vi en distintos puntos de la carrera y lo vi francamente bien. La última vez, por la Zurriola, a unos 400 ó 500 metros de la llegada, iba feliz, sabiendo que lo había conseguido.
Ayer le puse un whatsapp para ver si se animaba a contarnos su carrera y aquí la tenéis.
Un día después de la Maratón, pasadas la primeras emociones, las cosas se ven de otra manera. Han pasado dos años desde el Maratón de San Sebastián de 2023, cuando conseguí bajar de 2:30. Fue una alegría inmensa.
Desde entonces, la gran novedad ha sido contar con una persona, Txema, que nos hace desinteresadamente de entrenador. Con el ha cambiado mi forma de entrenar y con la base que tenemos los que corremos todo el año, a falta de 14 semanas, empezó un plan específico para el Maratón de Donostia.
Como pasa siempre, al principio todo son dudas de como llegaré. Vendrán lesiones, surgirán imprevistos... Sin embargo, no he fallado ni un solo de los entrenamientos que me ponía Txema. Eso, mentalmente, ha sido clave. Cuando me puse en la línea de salida, si algo tenía claro es que había entrenado a la perfección. ¡Anda que no me ha costado madrugones!
Además, el lunes 17 de noviembre me llegó un mensaje de Alberto Franco, Kartu, ofreciéndose a hacerme de liebre. ¡Qué subidón! Tiene 49 años y una mejor marca de 2:25:27 en el Maratón de Valencia 2024 ¿Qué más podía pedir? Este tío me iba a llevar en volandas.
Acordamos salir a un ritmo de 3:30/km, con el objetivo de pasar por el ecuador de la carrera por debajo de 1h:14' y por el kilómetro 25 en 1:27:30, momento en el que me dejaría a mi suerte. Como lo conozco, sabía que lo alargaría todo lo que pudiera. Otro escollo más salvado, con lo que cuesta encontrar grupo ahí delante y lo que estresa ir mirando todo el rato el reloj para ver si llevas bien los tiempos.
Y llega el día D. Después de una semana de un cambio radical de tiempo, tenemos suerte y sale un buen día para correr, algo de viento pero buena temperatura.
Con Kartu pegado a mi en la salida, empieza la carrera. Enseguida se pone delante y yo a su estela a lo que él marque. Veo que nuestro grupo va a ser muy reducido. Solo somos 5, con Hoss (Hossain Kaanache) haciendo un poco la goma. No tarda en descolgarse y nos quedamos los cuatro que vemos en la foto: Kartu, yo, Xabier Unamuno -que abadonaría- e Iñaki Jiménez, que acabaría 13º en 2:29:30.
Tengo una minicrisis en el 19 y otra en el 27, sobre todo por temas estomacales unido a problemas con los imperdibles del dorsal que con la camiseta mojada se me llegan a soltar.
Aquí hago un apunte sobre la calidad de los dorsales. Vi muchos atletas con el dorsal empapado y a muchos con él en la mano. Volvemos al relato.
A esos ritmos no sé ni como me los vuelvo a enganchar, a costa de algún pinchazo en el dedo, y pasamos la media en 1:13:35. El plan marchaba a la perfección.
En el kilómetro 28 nos quedamos los dos solos y en el 30 me dice que hasta ahí ha llegado y que me toca a mi rematarlo, que me ve muy bien y que no tiene dudas de que lo voy a conseguir.
A mí sus palabras me dan mas fuerzas y desde el túnel del Antiguo las concentro en mantener el ritmo y buscar mi objetivo, pero nada mas salir del túnel, me encuentro con el coche que cierra la carrera. Y faltan 12 kilómetros.
Desde ahí hasta la meta, paso a cientos de corredores. Hubo momentos en los que me sentía atrapado, sin salidas y empleando mis escasas fuerzas en gritar para que me abrieran pasillos a izquierda y derecha.
Sé que en esos 42 minutos se me fueron algunos segundos preciosos, pero es en esos kilómetros finales donde sale el buen trabajo realizado durante las 14 semanas de preparación. Me sentía muy fuerte, sin calambres, sin malos pensamientos.
Después de salvar la zona de Gros, que fue la más caótica por la gran cantidad de corredores que tuve que pasar, ya en la recta de la Zurriola, vi que mi objetivo se cumplía y disfruté como nunca he disfrutado una entrada en la meta, con alegría, con rabia y con agradecimiento a los que me han ayudado: Txema y Kartu, a los que me han animado y han creído en mí
¡Qué mas puedo pedir que hacer marca en casa, delante de mi gente, corriendo así! Fue realmente emocionante.


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