Alazne
Mujika,
profesora de marketing en el campus de Donostia de la Universidad de Deusto,
madre de dos hijos y atleta –por orden cronológico, que no de importancia- el
pasado 1 de octubre nos ha interpelado desde Facebook con esta
pregunta: Si a Eva Esnaola le diese al balón en lugar dedicarse al
ultrafondo, sería Tambor de Oro ¿o no? Acompaña la pregunta de uno
de los múltiples logros conseguidos por Eva: la Spartathlon de 2014.
Estimo
mucho el criterio de Alazne y
trataré de argumentar mi posición, para lo que necesito más reflexión y más
espacio… porque la capacidad de síntesis no es una de mis virtudes, si es que
tengo alguna.
No
cabe duda de que el eco mediático que tendría Eva Esnaola si
fuera futbolista sería inmensamente mayor que el que tiene como atleta. Más
adelante haré alguna matización.
A
mi modo de ver, socialmente, el deporte de élite y especialmente el fútbol, muy por delante de todos los demás, está sobre-valorado. Alguno de
los reconocimientos que recibe, como el Tambor de Oro, tiran del recurso fácil
y/o menos comprometido, más en épocas anteriores en las que, además, era
necesario un consenso político que arroja episodios tan sonrojantes como el que
padeció la periodista Angels Barceló, que no llegó a recibir el
premio, tras ser elegida, porque su posición contra la violencia molestaba a
algunos representantes políticos. En su favor diré que, para mí, era un
reconocimiento merecido, que me encajaba bien, y que ella encajó mejor que bien
la indefendible decisión del consistorio donostiarra, encabezado por su
alcalde.
En
el periodo transcurrido entre la politización del Tambor de Oro y su
¿democratización? vía elección popular por internet, nunca he tenido claro
cuáles eran los criterios en los que se basaba la elección, quedándome la
impresión de que, primero, se pensaba en quién o quién/es podía/n ser y,
después, se ´vestía´ la elección. Por dar un caso concreto, desde la estima
profesional y deportiva que confieso tener por Xabi Alonso, no entiendo qué
merecimientos acreditó en su momento para ser elegido, más allá de que no
molestaba a nadie. Y algo parecido me sucede con el último ganador, el nadador Richard Oribe, que se impuso a Maialen Chourraut, Alicia Amatriain, Esther Ferrer y Dolores Redondo.
Volviendo
con Eva Esnaola y el atletismo, aunque reúna las excepcionales
credenciales que acredita en lo suyo, y desde la enorme simpatía, cariño y
reconocimiento que le profeso, creo que el del ultrafondo es un sector
-que nadie se me ofenda, por favor, porque no lo digo con esa intención-
marginal o menor. Por seguir con las mujeres, y por poner un ejemplo, creo que,
atléticamente, alguien como Naroa Agirre representa una escala
mucho más alta.
Dicho
eso, si son necesarias firmas o apoyos para la candidatura de Eva
Esnaola al Tambor de Oro, contad con la mía. Otra cosa es que, a la
vista de los demás candidatos, mi voto sea para ella. Lo tendría que
considerar.
A
botepronto, me ocurren los nombres de Pedro Miguel Etxenike en el
ámbito de la ciencia (por cierto, también de los Donostiarrak, como Eva
Esnaola), José Luis Rebordinos, Director del
Festival de Cine, que en esta edición ha estrenado un, para mí, afortunado logo/acrónimo (SSIFF), sobre el que, como experta en marketing, me gustaría conocer
la opinión de Alazne Mujika, el escritor Fernando Aramburu,
residente el Alemania y autor de Patria, que contaría, de saque,
con la oposición de buena parte del espectro político, o el publicista y
columnista Guille Viglione, uno de los mejores vendedores de
Donostia-San Sebastián. Seguro que hay muchos más y con muchos más méritos que
cualquier futbolista… o cualquier deportista. Por cierto, no se me ha ocurrido
ninguna mujer, pero seguro que haberlas
haylas.
Ahora bien ¿qué espacio dedican la prensa y los medios en general a personas como éstas, en comparación con el que dedican a cualquier futbolista, ciclista, pelotari…?
Ahora bien ¿qué espacio dedican la prensa y los medios en general a personas como éstas, en comparación con el que dedican a cualquier futbolista, ciclista, pelotari…?
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