martes, 1 de marzo de 2022

Sergio Román subcampeón de Europa M45 de 3.000 metros en Pista Cubierta.

El pasado jueves, en Braga, sede del Campeonato de Europa Master de Pista Cubierta, consiguió el que hasta ahora, a sus 46 años y 7 meses, es su mayor logro atlético: subcampeón de Europa de 3.000 metros M45.

Sergio Román empezó a ser conocido en el mundillo atlético por las carreras populares, en las que destacaba, tanto por sus resultados, como por su fair play, que es uno de los rasgos distintivos de su personalidad.

En 2012, cerca de cumplir 37 años, debutó en un Campeonato de España Master. Corrió los 1.500 metros en 4:14.53 y fue séptimo en la categoría M35.

Desde entonces, sin abandonar las carreras populares y la ruta, se ha focalizado en la pista y en distancias que van de los 800 a los 5.000 metros. Eso sí, a la vista de su desempeño, me atrevería a decir que su distancia son los 3.000 metros.

Para hacernos una idea de su evolución, tomando como fuente su ficha de la RFEA, las que siguen son las mejores marcas conseguidas en esas distancias desde aquel ya lejano 2012:










En medio, dos incursiones en la ruta. En 2015 preparó con mimo el Campeonato del Mundo Master de Medio Maratón, en Lyon. Hizo 1:12:12. A año siguiente, 2016, su objetivo fue el Maratón de Donostia, que acabó en 2:42.55, tras sufrir un calvario.

Desde entonces, ha puesto el foco en la pista y así nos cuenta su experiencia en Braga: 

Braga 2022

He dejado pasar unos días para reposar y valorar mi experiencia en el Europeo Master de Braga. Creo que será complicado plasmarlo en estas pocas líneas, pero ahí va.

En un principio el plan para este campeonato de Europa era correr el 3.000 y el 1.500 pero, una vez publicado el horario del campeonato, el 3.000 era el 24 de febrero y el 1.500, el 26. Ese es un dato.

Y ahí va otro: nuestra hija mayor nació un 25 de febrero de hace 14 años. Y el viertes 25 de febrero lo quería pasar, sí o sí, con mi familia, así que la única opción, mi única bala, la iba a emplear en el 3.000.

Sin vuelos para volver el jueves 24, después del 3.000, la única opción era ir en coche y, nada más terminar la carrera, volver a casa del tirón. ¿Una locura? ¿Merecía la pena?

En el plano emocional, la experiencia a nivel emocional ha sido muy dura. Cuando decides irte solo a casi 800 kms de tu casa, perder tres días de trabajo, dejar a tu mujer con todo el jaleo de niñas, ikastola, extraescolares, etc…y, de repente, te encuentras en una ciudad triste, lúgubre, con la sensación de volver a los años 70 del siglo pasado, te preguntas: ¿qué hago yo aquí?

¿Merece la pena? …Uuuuffff es duro!!!

Pocas veces, en mis más de quinientas carreras disputadas, he estado tan nervioso como ese día 24 de febrero. Sabía que estaba bien, mis últimos entrenamientos apuntaban a una buena marca, pero en un Campeonato nunca se sabe y éramos 10 atletas con marcas por debajo de 9 minutos en los 3.000 metros.


Solo tenía que creérmelo y agarrarme a la carrera como me han repetido Florián García e Imanol González Gete hasta la saciedad. Dos horas antes de la salida, en la habitación del hotel, me puse un audio que me había enviado Imanol el día anterior, en el que me animaba y me deseaba suerte, obligándome a que me agarrara a la cabeza como si esta fuese la última carrera de mi vida. Cuando esto te lo dice alguien que sabe de verdad lo que te has sacrificado para llegar hasta aquí, cuando estás con los sentimientos a flor de piel, estas palabras te tocan la fibra sensible y no me da vergüenza decir que lloré. Lloré como un niño, porque me vi a mi mismo saliendo a correr bajo la lluvia a las 6:30 de una mañana cualquiera, llegando a Anoeta con el tiempo justo para hacer unas series, sentado en el sillón de mi casa poniéndome hielo en el rotuliano, o conduciendo durante más de seis horas para llegar a Braga.

Creo que el trabajar la parte psicológica es muy importante; y esta vez la trabajé a conciencia. En carrera escuchaba la voz de Florián, que apenas una hora antes me decía por teléfono que tenía que sufrir esas dos o tres vueltas malas, que solo pensara en no descolgarme. Y así lo hice.

De la carrera, a nivel técnico, poco que decir. Una carrera rápida con un paso de 2´54” en el primer 1.000. A falta de 300 metros me decido a adelantar al ingles Mick Hill, que iba en cabeza, pero un atleta español, que iba en medio, se cae, me libro por los pelos de tropezar con él y sólo queda llegar a la meta como sea. Al final, 8':51", a menos de un segundo del inglés, que mantuvo la ventaja adquirida tras la caída. Y nada más pasar la línea de meta, el éxtasis.

Puede que algunos de los que hayáis llegado hasta aquí, no entendáis tanto sacrificio y penséis que no merece la pena. Creedme que la sensación de cruzar esa línea de meta fue algo indescriptible; no tanto por ser subcampeón de Europa, como por la pulsión de que el atletismo me ha compensado todo el trabajo de años y años. A día de hoy, sigo pensando que merecen la pena los miles de kilómetros, los días de agujetas, las noches de mal dormir después de las series, los madrugones, todo eso, a cambio de esos cinco segundos gloriosos después de llegar a meta.

De lo que realmente me siento orgulloso de esta experiencia es, sin ninguna duda, de compartirla, y de tratar de contagiar parte de mi pasión a este fantástico deporte, porque los títulos se olvidan, pero las emociones siempre se recuerdan.

Todavía me emociono cuando alguien me felicita por la calle. Gracias a tod@s por tantísimas muestras de cariño que he recibido y sigo recibiendo.

Abrazo amig@s

¡¡¡¡Seguimos!!!!

Termino haciendo un par de puntualizaciones a lo que nos cuenta Sergio. La primera es sobre Braga, ciudad que conocí en septiembre de 2019. Cuando una va a correr un 3.000 a tope, lo peor que puede hacer es pasear por una ciudad como esa y cargarse las piernas. Creo que Sergio apenas salió del hotel e hizo bien.

Como yo estaba de turista, la recorrí a fondo. Tiene ese aire decadente de Portugal, que a mí me gusta, y un patrimonio artístico impresionante. 

La segunda es sobre la carrera, que vi en diferido. Sergio cumplió  al pie de la letra las instrucciones de su entrenador. Se mantuvo en tercer lugar, detrás del atleta inglés y de otro atleta español, que fue quien cayó. Esa caída perjudicó claramente a Sergio, que acostumbra a terminar muy fuerte y que había trabajado mucho la velocidad. Sin esa caída, quizá estaríamos hablando de una medalla de oro.

Un veterano con la ilusión de un niño.


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