martes, 28 de abril de 2020

Por la diversidad lingüística y cultural

Esta mañana, a esas horas tan raras en la que me levanto, me he encontrado con el comentario que sigue, realizado ayer en Facebook sobre el post Chiquita de la Calzada, que publiqué el pasado miércoles:

Lo siento Gabi, pero desde el respeto y la amistad que te tengo, no puedo estar más en desacuerdo contigo. No voy a entrar en tu affair personal con el estado de alarma. Pero voy a reconocerte que siendo consciente de que tu intención no era la de ofender, tu comentario me ha dolido.

Tuve un profesor de Lengua en 1°de BUP en Córdoba, Don Ángel, en esa época todavía se les llamaba de Don a los profesores y posiblemente el mejor que he tenido en esta materia, que nos enseñó, transmitió e hizo sentirnos orgullosos durante todo un trimestre, de la riqueza cultural de las hablas, lenguas, dialectos y sus variantes, que había en España. Desde el galego, bable, euskera, fabla aragonesa, occitano, catalán, rosellonés, mallorquín, valenciano, castellano...hasta el andaluz. En este último, como es obvio, profundizó en las variantes dialécticas, heredadas de la multiculturalidad que lo caracteriza en sus casi 400km en lo más largo y sus casi 700km de ancho.... y sus años de historia.

No me entra en la cabeza que un Euskaldun , con lo que habéis sufrido con el maltrato lingüístico y ninguneo cultural por parte de la facción (o fachón) más rancia del Estado, caiga en el mismo error.

Insisto que soy consciente de que tu intención no era ofender. Pero vamos a tener memoria y separarnos de los clichés del andaluz cateto y graciosillo que cuenta chistes, que no hacen ningún bien a nadie. Y en el que solo ganan los mismos de siempre.

Un abrazo

Quien así se expresa es Jesús, un corbodés que lleva ¿diez? años entre nosotros, a quien conozco desde hace algunos más, cuando trabajaba en una sucursal de Kutxa en Sevilla, de quien, creo, fui uno de los primeros contactos que tuvo aquí y a quien aprecio muy sinceramente. Por eso, me duele que ese post le haya hecho daño. 

Por esas coincidencias que a veces se dan, esta mañana, en la radio, he escuchado decir que la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno de España, María Jesús Montero, a quien aludía en el post, reivindicaba y defendía su derecho a hablar como habla, con ese nítido acento andaluz. Yo, además de reivindicar y defender que hable con ese acento, lo aplaudo.

¡Cómo me hubiera gustado conocer a Don Ángel! Porque suscribo al cien por cien lo que cita Jesús. Soy un enamorado del español y de la riqueza cultural que Don Ángel transmitía a sus alumnos.

Mi lengua materna es el euskera. Puede que sea la lengua de mis emociones. Puede que lo sea, pero yo fui educado en castellano, descubrí el placer de leer en castellano, sueño en castellano y disfruto de un idioma con tantos registros.

En 1978, empecé a trabajar en la Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián, en la ventanilla de la sucursal de Azkuene. Allí estuve seis años, teniendo al otro lado a una clientela mayoritariamente gallega, haciendo el oído y la boca a la cadencia de esa lengua. Mi mujer y yo hemos estado mucho en Galicia y, cada vez que vamos, ella se vuelve con el acento. Lo mismo le pasa en Andalucía, una tierra de adoramos y en la que no descartamos vivir la última etapa de nuestra vida. Escuchar, por ejemplo, a Antonio Gala, es música celestial.

Tengo amigos navarros y maños y soy capaz de distinguir los matices entre las formas de hablar de unos y otros.

Los leoneses están a medio camino de los asturianos y los castellanos de Palencia o Valladolid, o de los gallegos y los de Zamora.

Los extremeños tienen una forma peculiar de hablar, como la tienen los murcianos. Y qué decir de los canarios. 

Al ministro de Sanidad, tan presente estos días, se le nota el acento y la formas de hablar de los catalanes, con expresiones  propias, como las que tienen los valencianos.

El euskera que yo hablo nada tiene que vez con el que pueda escuchar en Bizkaia, en Navarra, en Hendaia o en Azkoitia. Todos tienen su punto, su gracia y hasta su ritmo

Y si cruzamos el charco, qué maravilla la forma de hablar de los mexicanos, tan distinta de los colombianos y los peruanos. Y cómo no quedar envuelto por la portentosa locuacidad de argentinos, chilenos y uruguayos. Valdano, él solito, te salva el peor partido de fútbol.

Y hasta el tristemente fallecido Michael Robinson (D.E.P.) con esa acento británico que nunca perdió, afortunadamente, le daba un registro distinto al español, del que dominaba como pocos las expresiones con doble sentido.

Lamento que mi admiración por Chiquito de la Calzada, un genio del humor, a quien vi en acción mucho antes de que fuera famoso por la televisión... pero esa es otra historia, me llevara a hacer daño a Jesús y a quienes hayan podido sentir lo mismo que él.

En la comunicación hay un emisor, un mensaje, un medio y un receptor. No importa lo que el emisor (en este caso, yo) quiera contar; lo que importa es lo que el receptor (Jesús) haya captado del mensaje. Eso es lo importante.

Lo siento, Jesús, y muchas gracias por tu comentario porque, tienes razón, si nos hacemos daño, seguirán ganando los de siempre.

Un fuerte abrazo,

No hay comentarios:

Publicar un comentario