viernes, 17 de agosto de 2018

Carreras populares y premios

Con contadas excepciones, las carreras populares, si es que alguna vez lo fueron, han dejado de ser un negocio. La inmensa mayoría son deficitarias per se y sólo se salvan gracias a patrocinios, subvenciones, partidas presupuestarias y hasta mecenas, que haberlos haylos.

Cada vez resulta más difícil contar con voluntarios de verdad, es decir, de los que no cobran. La gestión de las inscripciones y clasificaciones, los dorsales, los chips, los avituallamientos, la cartelería, los seguros, la seguridad, la asistencia médica, los trofeos y un largo etcétera de pequeños detalles encarecen la organización hasta el punto de que, a día de hoy, resulta complicado poner en marcha una carrera mínimamente digna con menos de dos o tres mil euros.

Por eso, también aquí, han empezado los recortes. Hay carreras sin seguro, sin clasificaciones en plataformas accesibles, sin chips, con dorsales reutilizables, sin apenas avituallamientos, con pocos voluntarios… 

Con carácter general, las carreras populares, al menos en Gipuzkoa, no han destinado partidas presupuestarias a premios en metálico. Allí donde los había o todavía los hay, a nada que esos premios resulten atractivos –y aquí, el precio de la ‘atracción’ es muy personal, pues 50 € pueden muy atractivos para algunos o algunas y 300 € pueden ser poco para otros/otras- hay atletas que se sienten más motivados a competir, fenómeno que se da con frecuencia en atletas de origen magrebí, no tanto en Gipuzkoa como en otros territorios.

Estamos hablando de atletas con el nivel suficiente para aspirar a premios, sean en metálico o no, como simples trofeos o txapelas, que, simplificando, podemos agrupar en cuatro segmentos, que representamos en el siguiente cuadro:

Atletas
Premios Sí
Premios No
A
B
no
C
no
D
no
no

Hay atletas que corren haya premios en metálico o no. Hay quienes sólo corren cuando hay premios y también quienes no corren cuando hay premios, quizá porque no se sienten con posibilidades o porque ‘su religión se lo prohíbe’. Y también hay atletas de muy buen nivel que no compiten en carreras populares, haya premios o no.

Todas las opciones me parecen respetables y no seré yo quien juzgue los comportamientos de A, B, C o D.

Sí que creo que habría que darle una pensada a establecer un modelo que permita que los buenos atletas locales, sean fondistas, velocistas, saltadores, lanzadores o marchadores, reciban algún tipo de reconocimiento económico que les ayude y les motive para entrenar, competir y progresar hasta donde sus capacidades y sus prioridades personales o profesionales les permitan llegar. No estoy hablando de profesionalizar, ni planteo el atletismo como una fuente de ingresos adicional, secundaria o anecdótica. Estoy pensando en que el poco dinero que hay en el atletismo –y ¡ojalá! hubiera más- se reparta mejor y reciban más aquellos que más lo puedan merecer y/o necesitar.

¿Alguna idea?

No hay comentarios:

Publicar un comentario