Hace casi un año, el 30 de agosto, escribí esto. Empezaba diciendo que me encan-taría equivocarme. Lo sigo manteniendo, me encantaría equivocarme.
Nunca he sido de los que le han hecho la ola al atleta madrileño, nacido en Australia, educado en Canadá e Estados Unidos, que en alguna ocasión se tiñó el pelo con los colores de la bandera de España. Hay algo en él y en su entorno que me resulta ajeno; ese halo de buenismo, en la línea del España va bien, ese apoyo casi incondicional de los medios, ese empuje de su patrocinador, cuyo guante, con el logo bien a la vista exhibe en cada una de sus comparecencias... Me cuesta aceptarlo sin más y despierta mis recelos.
Ayer corrió su primer 400 del año, bueno, su primera carrera oficial del año. Las altas expectativas despertadas por los medios quedaron absolutamente defraudadas. Fue octavo y último en la que se anunciaba como la prueba reina del Meeting de Madrid, con el que se inauguraba oficialmente el renovado estadio de Vallehermoso, cuya pista verde, por cierto, no me gustó. Su marca: 46.32, se queda a 1.63 de su mejor marca (44.69) y a 1.02 de la marca mínima exigida para el mundial de la IAAF de Doha, que se celebrará dentro de un mes.
Algunos titulares de la prensa de hoy hablan de 'Amargo regreso', 'Decepción en el regreso', 'Hortelano termina último'... dejando en segundo plano atletas menos glamourosos como el vallista Orlando Ortega o el obstaculista Fernando Carro, que ganaron brillantemente sus pruebas.
Falta un mes para Doha y tiempo hay para que, con casi 28 años ya, haga la marca que le piden, pero...
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