viernes, 21 de septiembre de 2018

Me importa un carajo

Apenas conozco a quien en Facebook se presenta como Lorentzero Herrero. Creo recordar que en las Navidades de 2016 (¿o fue 2015?) animados por Juanjo Gibaja, compartimos un rodaje multitudinario y matutino; y le añoro de su aventura empresarial y gastronómica en el restaurante Prontxio, en el que un par de veces disfruté de su excelente cocina. Creo que, profesionalmente, se dedica a dar alegrías a nuestros paladares. Aunque le tengo perdida la pista, me suena que anda por Ibiza. Si no es así, me lee y me quiere corregir, encantado.

Además de cocinar, es un tipo que escribe muy bien y con mucho sentido. Justo hace una semana, publicó en su Facebook lo que sigue, que reproduzco tal cual y que suscribo al 100%.


ME IMPORTA UN CARAJO. El problema está en que tenemos demasiada información, vemos las películas alertados por cosas que pasaron en el rodaje, vamos a los restaurantes con las expectativas ya creadas y sin ánimo de cambiarlas, leemos novelas conociendo rasgos íntimos del escritor, hemos perdido el filtro de la sorpresa. 

Me cansa cuando me dicen que cómo puedo leer a Reverte si es un gilipollas. Y a mí que más me da, si cada libro que saca me excita más que el anterior, si cada artículo que leo me remueve igual, para bien o para mal. No tengo ninguna intención de conocerle en persona ni de saber cómo es, lo que quiero es que escriba y que cuando pueda tener su libro en mis manos, cada pagina me lleve a la siguiente y sea capaz de quitarme el tiempo, el sueño e incluso las ganas de comer. 

No me importa si este o aquel actor no te saludó en la orilla de la playa cuando te lo cruzaste, me da igual que menganito o fulanita no se quisiese hacer una foto con tu hija en el txiringuito; qué más me da a mí si lo que me gusta es verles actuar, si por lo que les admiro o no, es por su trabajo. 

Del delantero centro de mi equipo solo espero que meta goles, del patrón de mi trainera que haga que seamos los más rápidos, de mi carnicero que me de las mejores piezas y de mi prima que sea una buena hija, una buena madre y una bellísima persona, porque no sé ni en qué trabaja. 

Seguiré leyendo libros de autores de los que me importa una mierda su ideología política, celebrando goles de quien me la trae al pairo su condición sexual, seguiré emocionándome con versos de poetas a los que ni tan siquiera pongo cara e iré a comer con las única expectativa de saciar el hambre y si además disfruto, igual hasta salgo cachondo de allí. ¡A la mierda!

Ni el mismo Arturo Perez Reverte lo hubiera escrito mejor. 

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