El pasado viernes, entraba en el fenómeno del fútbol femenino, que sigue creciendo
en cantidad y calidad. Hoy podría ocuparme de otro deporte que, hace unos años,
hubiéramos considerado poco femenino, como el remo, en su modalidad traineril,
que no en otras especialidades, como el piragüismo, con hitos como la medalla
de oro de Maialen Chourraut en los Juegos Olímpicos de
Río 2016.
El sábado por la
mañana, paseando por el puerto, pudimos ver a las chicas de San Juan y Arraun
Lagunak, que presentaban una planta atlética que en nada tiene que envidiar a
la de los chicos, salvando las diferencias inherentes al sexo en constitución y
talla. Eran dos grupos de chicas alegres, motivadas, unas más serias, otras más
extrovertidas, que lo mismo podrían haber quedado para desarrollar cualquier
otra actividad, fuera o no deportiva.
Los amantes del
atletismo llevamos muchos años viendo competir a las chicas y disfrutando de
sus carreras, sus saltos y sus lanzamientos. Hemos asistido a su conquista de disciplinas
que les estaban vedadas, como las carreras de fondo, el triple salto o el salto
con pértiga. Y esperamos el momento en el que el heptahlon llegue al dechathlon
de los chicos; o aquel en el que se iguale la carrera de las vallas altas (100
metros para ellas y 110 metros para ellos), respetando una diferente altura
para las vallas, toda vez de que las chicas son más bajas que los chicos.
Hoy es el día en el
que disfruto por igual viendo competir a las chicas que a los chicos en un
deporte, el atletismo, que como otros de tradición olímpica, la natación o la
gimnasia, no hace distingos en función del sexo. Deportes modernos, como el
triatlón, han cogido esas dos olas de la natación y el atletismo, para rodar
por las carreteras de la igualdad.
Lejos de la mirada
condescendiente, cuando no escandalizada, con la que algunos machistas de ambos
sexos contemplan el acceso de la mujer a todo tipo de deportes, creo que los
hombres debemos alegrarnos de ello y
celebrarlo, aunque sea por puro egoísmo.
¿No os resulta
mucho más agradable hablar con una mujer, tenga la edad que tenga, de cualquier
deporte? ¿No es mucho más fácil tener nuestro tiempo para el deporte si también
ella tiene y reclama el suyo? Y todos conocemos parejas en las que los dos
corren, los dos reman, los dos nadan, los dos juegan al fútbol… o cada uno y
cada una hace un deporte distinto, disfrutando del chute de energía, también
mental, que proporciona la práctica de la actividad física.
¿Os imagináis un
mundo al revés, en el que resucitara aquella vieja Sección Femenina de
franquismo, transmutada en una hipotética Sección Masculina, en la que los
hombres, en exclusiva, tuviéramos que asistir a los enfermos, atender los
comedores, aprender a coser, planchar y bordar y un largo etcétera de tareas
que se adjudicaban en exclusiva al entonces llamado sexo débil?
Creo que todos
(todas y todos) tenemos que aplaudir la incorporación de la mujer al deporte, a
cualquier deporte, porque está empíricamente demostrado que la actividad física,
tanto a los hombres como a las mujeres, nos hace llevar una vida más ordenada,
mejorar nuestra alimentación y nuestros hábitos, sentirnos más a gusto con
nuestro propio cuerpo y, también, ser y estar mucho más guapos y mucho más
guapas y disfrutar más de la práctica del sexo. ¿A que sí?
Dejemos, yo el primero, de poner etiquetas al deporte en función del sexo.
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