sábado, 25 de julio de 2020

La respuesta de los chavales

‘Hay interés por ver la respuesta de los chavales. Y de las chavalas, la verdadera vanguardia. Nos dejáis un mundo de mierda y además os habéis gastado nuestro dinero de los próximos veinte años con esta historia del coronavirus. Paro y una factura es lo que nos dejáis. O.K. Pues por lo menos tened la decencia de permitirnos hacerlo a nuestra manera.’


Esta es uno de los párrafos de la columna que hoy escribe Iñaki Izquierdo en El Diario Vasco, que titula El cuarto Martini. El pasado sábado (18 de julio) escribía otro artículo, que titulaba Discrepar es un privilegio. Si lo podéis rescatar, os lo recomiendo, como todo lo que estoy leyendo últimamente de este periodista, al que yo hacía de deportes, que es de las pocas voces que se sale del pensamiento único que nos quieren imponer por tierra mar y aire.

La sociedad instalada, la que formamos pensionistas, funcionarios y quienes disfrutan de un buen y ¿seguro? nivel de ingresos ha hipotecado el futuro de sus hijos y sus nietos, a la vez que les culpa de todos los males: … Los jóvenes siempre han tenido la culpa de todo. Gente sin cabeza ni fundamento. Es la historia de la humanidad. Y con esas pintas, además…’ –sigue diciendo Iñaki Izquierdo.


Quienes cobramos una pensión olvidamos que esa pensión sale de las cotizaciones de los que están trabajando ahora, lo mismo que nuestras cotizaciones sirvieron para pagar las pensiones de nuestros padres y nuestros abuelos. Si seguimos así ¿habrá alguien que pague las pensiones de nuestros hijos y nuestros nietos?

Termino con otro párrafo del artículo: ‘La cosa empieza a pintar bien. Pinta bien porque se está culpando de todo a los jóvenes, lo que conseguirá que se rebelen y, al fin, esa energía hará despertar a la sociedad. La juventud dará una patada en la puerta, a la manera clásica, y a ver qué pasa.’

 

Ya están tardando.


1 comentario:

  1. Si la pandemia para algo bueno pudiera servir es para que los jóvenes (y no tan jóvenes) se cuestionen esa concepción tan extendida de asociar diversión a noche y alcohol. Que el motivo de una posible “rebelión” de los jóvenes tenga que ver con la supresión de fiestas, limitación horaria en bares, etc. y no la precariedad laboral que los condena a competir por trabajos de mierda, sería y es, preocupante. Nos molestan las mascarillas, pero no los tubos de escape, o que se despilfarren recursos en la construcción de un metro innecesario. Nos preocupa el futuro y la crisis pero no el modo de producción y de vida que la produce. La realidad socioeconómica está condicionada por factores ideológico políticos pero en aras de una supuesta neutralidad la reducimos a “disfunciones” generacionales. Confiamos en los jóvenes para cambiar de rumbo pero previamente instruidos en darwinismo social para que todo siga igual (o peor). Son tiempos de Greta Thunberg, del Padre Ángel, y del tabú de una palabra impronunciable: capita...

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