domingo, 7 de noviembre de 2021

66

Un buen amigo me ha felicitado esta mañana por mi 66 cumpleaños, acompañando esa felicitación con esta pieza musical, cargada de sensibilidad y con un punto, para mí, otoñal y crepuscular. Lo de otoñal, tratándose del ecuador de la estación, parece natural. Y lo de crepuscular se puede corresponder con la edad, 66, en la que el declive físico resulta cada día más evidente.

Y la mente... pues a ratos. Hay momentos de lucidez, derivados del poso que dejan los años y las vivencias. Y hay episodios y situaciones a las que resulta difícil encontrar sentido.

Nací en 1955 y siento que pertenezco a alguna de las mejores generaciones de la historia. Hasta hace bien poco, he sido testigo y beneficiario de la consolidación del estado del bienestar. Tuve la suerte de trabajar nada más terminar mis estudios, un buen trabajo, bien remunerado y reconocido, en un tiempo en el que todavía no había contratos basura y en el que se respetaba a los trabajadores. 

Pude formar una familia, que ha crecido con las parejas de mis hijos, con la que venimos de celebrar ese 66 cumpleaños.

Decía más arriba 'hasta hace bien poco'. Bueno, quizá sea algo más que hace bien poco; quizá todo empezara con la crisis financiera de 2008, a partir de la cual, como ciudadanos y como sociedad, hemos ido perdiendo muchos de los logros conseguidos en décadas. Y estamos asumiendo dócilmente esas pérdidas. Tenemos que rebelarnos.

Así que, cubiertas mis necesidades básicas y muchas más superfluas, no pido nada material, ni aspiro a reverdecer laureles en otoño. Como decía aquel, lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. 

Para mi cumpleaños solo quiero darle vida a los años que me quedan. No me conformo con darle años a la vida. 

Muchas gracias a todos los que habéis dedicado parte de vuestro tesoro más valioso, el tiempo, a acordaros hoy de mí.

Eskerrik asko!

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