jueves, 11 de agosto de 2016

Don Marcelo. Arzobispo de Santiago

Colegiata de Iria Flavia
Miró la pantalla del móvil y de mala gana atendió la llamada. Marcelo Varela, arzobispo de Santiago, volvía a la carga. Le había llamado a las siete de la mañana y habían quedado para el día siguiente, a las nueve, en la Colegiata de Iria Flavia, en Padrón, a medio camino entra Pontevedra y Santiago, y con la discreción que ofrecía el lugar, donde a nadie extrañaría la llegada de Monseñor, por un lado, y la de un par de turistas, por otro. ¿Por qué le llamada doce horas más tarde, sin esperar a la reunión previamente acordada? Algo pasaba y Don Marcelo no se anduvo por las ramas.

- Justo Hidalgo ha intentado hablar conmigo –le dijo sin atender al saludo protocolario de Ramón Foz- Por supuesto, no le he atendido, pero ha tenido tiempo de decirle a mi secretario que quiere un debate ¡¡¡conmigo!!! en Galicia TV. Los de la televisión han llamado a los pocos minutos y parece que están por la labor.

Obviamente, Don Marcelo. Dos miuras como JH y usted frente a frente, dicho sea con el debido respeto y si me permite, con un punto de humor, garantizan audiencia.

-  Pues más obviamente todavía, no les voy a dar ese gusto. Si ese hombre y yo nos tenemos que ver, será en los Tribunales, que es para lo que le tengo a usted, Don Ramón, porque espero no coincidir con él en el infierno.

Pierda cuidado, Don Marcelo, sé de buena tinta que en el infierno tienen un reservado para los arzobispos –se permitió seguir bromeando Don Ramón.

Sí, justo encima del de los picapleitos, ya se imagina usted para qué. 

Me hago cargo, Don Marcelo -le contestó el abogado, dejando que su cliente tuviera la última palabra- Ahora mismo muevo los hilos de Galicia TV para que le dejen tranquilo y mañana seguimos hablando.

Eso espero. Por cierto ¿se fía del joven que me mandó la otra vez con los papeles? ¿vendrá mañana con usted?

Tumba de Cela en el cementerio de la
colegiata de Iria Flavia
- Sí que vendrá, Don Marcelo. Ese joven es número uno de su promoción en Deusto, católico practicante, de los pocos mercantilistas que domina el Derecho Canónigo y, por si le parece poco, es mi nieto. Le he pedido que nos acompañe mañana para que se vaya empapando del caso.

Ya veo, otro enchufado. Que Dios nos pille confesados. Buenas noches, Don Ramón, y recuerde: nada de trajes, corbatas y Mercedes, que su nieto y usted parezcan un par de turistas despistados buscando la tumba de Cela.

Y sin darle tiempo a contestar, colgó. Genio y figura.

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