Por cuartos Juegos Olímpicos consecutivos, un atleta de Kenia se impuso en los 800 metros. Desde que el ruso Borzakovskiy ganara en Atrenas 2004, Bungei (2008), el imperial David Rudisha (2012 y 2016) y Emmanuel Korir en Tokyo 2020, han confirmado la superioridad de los atletas africanos en la media milla. Tras las exhibiciones de Rudisha, asistimos a una carrera táctica en la que los keniatas doblaron medallas: oro y plata (Ferguson Rotich).
En los 1.500 metros, la victoria se les volvió a escapar a los keniatas, representados por Timothy Cheriyot, que sólo pudo ser segundo tras un brillantísimo Jakob Ingebrigtsen, que ganó con record olímpico y de Europa: 3:28.32, en una carrera rapidísima, quizá como escarmiento del 3:50.00 con que ganó Centrowitz (USA) en 2016.
En los 1.500 metros, Faith Kipyegon (Kenia) confirmó su oro de Río 2016, en una carrera rápida, 15" más veloz que la lenta de Río 2016, demostrando su superioridad a cualquier ritmo.
Sifan Hassan, que aspiraba al triplete en 1.500, 5.000 y 10.000 metros, se tuvo que conformar con la medalla de bronce.
En los 3.000 metros obstáculos, la joven ugandesa Peruth Chemutai sucedió a Ruth Jebet.
Después de dominar la distancia y la especialidad desde Los Angeles 1984 (Korir), Seul 1988 (Kariuki), Barcelona 1992 (Birir), Atlanta (1996 (Keter), Sydney 2000 (Kosgei), Atenas 2004 (Kemboi), Pekin 2008 (Brimin Kipruto), Londres 2012 (Kemboi) y Río 2016 (Conseslus Kipruto), el marroquí Sufian El Bakkali acabo con el reinado de Kenia en los 3.000 metros obstáculos.
En los 5.000 metros, el recordman mundial, Joshua Cheptegei, sucedió a Mo Farah en los 5.000 metros, siendo segundo en los 10.000, detrás de Selemon Barega, que recuperó para Ethiopía la corona que antes lucieran Bekele, Gebrselassie, Yifter...
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