domingo, 9 de mayo de 2021

Esos jóvenes no saldrán en los medios

El pasado 12 de febrero, en un post titulado Los tres filtros de Sócrates, decía: Desde el pasado 14 de marzo de 2020 me he manifestado repetidamente respecto de la deriva -a mi modo de ver, equivocada- de las autoridades (sean de la jurisdicción y del signo que sean) en cuanto a las medidas tomadas para ¿atajar? la pandemia, en una huída hacia adelante de privación de derechos fundamentales para los ciudadanos.

No voy a volver hoy sobre el tema, pero sí voy a ponerme del lado de los jóvenes, así en general, demonizados por la nómina de tragacionistas que aplauden con la orejas declaraciones como las de Iñigo Urkullu cuando se lamenta de que el Gobierno Vasco no tenga competencias para limitar derechos fundamentales. 

Pues allá voy. A lo largo del día, he recibido media docena de imputs con una foto tomada, supuestamente, esta mañana en el espigón del muelle del puerto de Donostia. Digo supuestamente porque esa foto la podían haber tomado cualquier otro domingo, con o sin estado de alarma de por medio. Suelo salir a correr a partir de las 6:00 y me encuentro con ese panorama por el puerto y por el muro de la Zurriola, por poner sólo dos ejemplos.

Esta mañana, he salido a las 6:04 desde el Paseo de La Concha en dirección a Igara. El plan era calentar 45' y hacer 10 cuestas por Ondarreta. Normalmente, me encuentro a dos o tres caminantes, siempre los mismos, entre ellos un cura, y hoy he contado hasta 10. Puede que el levantamiento del toque de queda tenga algo que ver. 

Sobre las 6:10 he pasado por primera vez por Ondarreta. En la playa, un grupo de jóvenes, con una guitarra y una chica que cantaba. No he visto más jóvenes que otras dos parejas: chico-chica y chico-chico, cogidos de la mano, caminando hacia el centro.

Cuando he vuelto, cuarenta minutos más tarde, el grupo de la guitarra salía de la playa. Los he contado: eran nueve y traían con ellos unas bolsas de basura que han dejado en las papeleras instaladas al afecto. Mientras yo hacía mis 10 cuestas, en las que he empleado diez minutos, me han dejado espacio, han continuado charlando tranquilamente y se han ido dispersando en distintas direcciones. 

No me he fijado -de verdad- si llevaban o no puesta la mascarilla. Yo iba corriendo y tampoco la llevaba. 

Nadie hablará hoy de estos jóvenes.

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