Esta mañana, aceptando la invitación de Javier Delgado, he ido hasta Hendaye. Delante del coqueto hotel Valencia, en el Boulevard de la Mer, me esperaba con Carmen María Pérez y a las 8:47 hemos arrancado los tres para hacer un rodaje de 13,43 kilómetros por la playa, el puerto y el paseo que discurre por la orilla del estuario del Bidasoa hasta el Puente Internacional. Un recorrido totalmente llano, ideal para correr, sentir la brisa del mar y respirar a gusto.
1h:11':47" después hemos vuelto al punto de partida, nos hemos cambiado y hemos desayunado en el mismo Boulevard, viendo cómo paseaban, corrían o iban a la playa con tablas de surf centenares de personas de todas las edades.
También hemos visto algunos conocidos como el fondista irundarra Jose Gómez de Arriba, que iba como una bala por el bidegorri.
En los más de quince meses que llevamos viviendo en una sociedad a la que la clase política y los medios de comunicación han inoculado en la población el virus del miedo, he ido varias veces a Hendaye y a Bayonne, donde me he sentido infinitamente más cómodo que en casa, sin percibir a mi alrededor el miedo, el recelo y las miradas turbias de muchas de las personas con las que me cruzo, que se sienten protegidas por una mascarilla.
Hoy, entre el rodaje, el desayuno y el rato que he aprovechado para hacer unas compras, habré estado unas cuatro horas en Hendaye y habré visto o me habré cruzado con más de mil personas. Aparte de aquellas con las que he coincidido en las tiendas, donde había que llevar puesta la mascarilla, podría contar con los dedos de las dos manos las que la llevaban puesta por la calle.
Ayer, estuve tres horas en Vitoria. Me crucé con muchas menos personas y la inmensa mayoría iba con mascarilla. Aquí, en Donostia, todos sabemos cómo están nuestras calles.
Yo me siento mucho más cómodo sin miedo a mi alrededor y seguro que vuelvo por Hendaye, a correr, a pasear... y a gastar mi dinero. Os invito a probar.
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