Después del lamentable episodio -uno más- ofrecido ayer por sus señorías en el Congreso de los Diputados, del que sólo sé de oídas, pues no le dediqué ni un minuto, me quedo con una frase que he escuchado a un tertuliano esta mañana en la Cadena Ser. Estaba torturándome en la bici y no la he podido apuntar, por lo que igual no es literal: '... en este país, algunos solucionan los problemas con la bandera y otros con el papel higiénico...'
Ni mi admirado Woody Allen -cuyas memorias, o lo que sean, tituladas A propósito de nada, se pueden adquirir ya on line en todo el mundo y se publicarán en mayo en España- lo hubiera satirizado mejor.
Con la población confinada en sus casas, cercenadas las libertades más elementales, los hospitales atestados, la Sanidad Pública desabastecida de material indispensable y desbordada de enfermos, los ancianos de las residencias cayendo como moscas, los muertos aguardando su entierro o incineración en el Palacio de Hielo de Madrid, la economía colapsada, millón y medio de trabajadores, de momento, sin trabajo... ¿sigo?
Con este panorama, algunos políticos hacen propuestas tan consistentes como apelar al patriotismo, mientras las autonomías que gobiernan hacen la guerra -¡cómo les gusta esta palabra!- por su cuenta, o celebrar un gran funeral de estado.
Mientras tanto, los ciudadanos a los que representan se abastecen de papel higiénico, como si estuvieran condenados a una eterna diarrea.
Con perdón.
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