Entre las inevitables turistadas que ofrece Oporto, donde estuvimos hace ahora seis meses, está la visita a la librería Lello. Rumores nunca confirmados por la autora de la saga Harry Potter sostienen que se inspiró en esta tienda cuando escribía la historia del niño mago.
Se accede a la librería tras guardar una larga cola y pagar 5 € por visitante, que se descuentan en caso de comprar un libro. La visita merece la pena, tanto por la impresionante fachada neogótica, como por la espectacular escalera, las vidrieras, y la disposición y selección de los libros.
En la sección de literatura en castellano, compré una primorosa edición de Cien años de soledad (24,90 €) y El viaje del elefante (18,50 €), para acercarme José Saramago (1922), portugués, Premio Nobel de literatura en 1998.
La novela, escrita en 2008, poco antes de su muerte, cuenta el azaroso viaje de un elefante llamado Salomón, desde Lisboa hasta Viena, regalado por el rey Juan III de Portugal a su primo, el archiduque Maximiliano de Austria.
La entrega del elefante se hace en Valladolid y desde allí llegan a Rosas, en la Costa Brava, donde embarcan para llegar a Génova. Tras atravesar el norte de Italia, llegan a la frontera natural de los Alpes, que atraviesan en las duras condiciones del invierno, para llegar a Viena a comienzos de 1552.
Con su particular manera de narrar, puntuar y escribir –a la que hay que acostumbrarse, por lo que es clave aguantar las primeras 20 ó 30 páginas- Saramago nos va haciendo reflexiones, cargada de humor e ironía, sobre la naturaleza de los hombres, las diferencias de clase, sus flaquezas, sus dudas…
Una historia que puede parecer extravagante, inverosímil, insensata… y por emplear el adjetivo de moda, hasta distópica.
Contiene citas memorables, de las que he entresacado esta media docena:
“Siempre acabamos llegando a donde nos esperan.”
“Tener que pagar por los propios sueños debe de ser la peor de las desesperaciones.”
“Las mejores lecciones nos llegan siempre de la gente sencilla.”
“La voz pública que, como sabemos, es capaz de jurar lo que no vio y afirmar lo que no sabe.”
“La dura experiencia de la vida nos ha demostrado que no es aconsejable confiar demasiado en la naturaleza humana, en general.”
“Si todo el mundo hiciera lo que puede, el mundo sería, con certeza, mejor.”
Las tres últimas se pueden aplicar a lo que está pasando actualmente en el mundo. Quizá no es casualidad que la haya leído estos días de confinamiento.
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