Tenemos tres semanas por delante, mínimo, y desconocemos hasta dónde podemos mantener el espíritu positivo, el buenismo y las iniciativas solidarias, mientras seguimos confinados en nuestras casas.
Es más fácil para quienes viven en espacios amplios y abiertos, con todo tipo de comodidades y medios, como exhiben muchos deportistas, futbolistas, famosos y no tan famosos, con sus amplios jardines, sus gimnasios particulares, sus cintas de correr, elípticas, bicis, rodillos, bibliotecas, Netflix, HBO...
Y mucho más complicado es vivir confinado en pisos-zulo, sin espacios y sin privacidad. Por seguir con el deporte y por poner dos ejemplos extremos, no es lo mismo vivir en la casa de un futbolista de élite que en un piso de 50 metros que comparten tres jugadoras de baloncesto.
Ayer leí la entrevista que Alberto Moyano hacía en El Diario Vasco al filosofo Daniel Innerarity. La he recortado para releer porque contiene reflexiones sobre cuestiones diversas, que, a mi modo de ver, merecen la pena ser tomadas en consideración, sabiendo que, como él mismo apunta al final: '... los filósofos no tenemos la satisfacción de dejar un problema resuelto para siempre, nosotros lo dejamos siempre a medias.
A preguntas del periodista, entra en lo que sucede con el estado de alerta decretado por el Gobierno de España, con frases como ésta: '... ahora mismo estamos en una situación irreal, de cierre y clausura, insostenible durante mucho tiempo. A lo que hay que volver es a la normalidad democrática, al trabajo, al comercio, al espacio abierto, a la escuela... Y esa es la verdadera realidad, esto es un paréntesis y, desde luego, no muy sostenible en el tiempo.
Para volver o para llegar ahí, es imprescindible que respetemos al 100% las normas de confinamiento, que persiguen quebrar la curva de crecimiento de la pandemia. Si no somos capaces hacerlo en estas tres semanas, nos podemos enfrentar a problemas mucho más graves que los causados por el covid 19.
¿Hasta cuándo puede durar el buen rollo?
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