El pensamiento único es uno de los fundamentos y los objetivos de cualquier dictadura, como la que, aquí y ahora, estamos padeciendo en España.
Empezaré por decir que, aunque discrepo del planteamiento, estoy cumpliendo escrupulosamente y hasta con exceso las normas de confinamiento a las que estamos sometidos. ¡Ojalá! pudieran decir lo mismo, en conciencia, quienes apostados en los balcones vigilan la vida de los otros.
El post que publiqué ayer ha suscitado un interesante debate, con posiciones que van desde la defensa a ultranza de las medidas en vigor, hasta el desconcierto y la impotencia de los más directamente afectados por esas medidas.
Entiendo que un médico defienda esas medidas e incluso quiera llegar mucho más lejos. Seguro que yo, en su pellejo, haría lo mismo. Lo que pasa es que, a mi modo de ver, además del punto de vista de los médicos, que son quienes están llevando el peso de esta crisis, en unas condiciones dantescas (el New York Times utilizaba un titular sensacionalista para calificarlos de kamikazes), habría que tener presentes otras perspectivas.
En mi larga trayectoria profesional en la banca he pasado por el área Comercial, en contacto directo con el cliente, por el área Financiera, por Recursos Humanos, por Calidad, por Organización, por Procesos y por Operaciones. No pasé ni por Riesgos, ni por Seguridad, que, trazando un paralelismo con la situación actual, podría ser Sanidad y Policía. No en vano solíamos decir que era importante tener una cartera de créditos 'sana' y evitar la 'contaminación' del riesgo. Y en cada una de esas funciones, me he puesto la 'gorra' correspondiente, defendiendo posiciones que podían ser discrepantes con las que hubiera podido sostener antes y con las que tendría que proponer en el futuro.
El Director General se tiene que rodear de un equipo con todas esas visiones, lo mismo que la sociedad, que, además de médicos y personal sanitario (a los que tanto tenemos que agradecer), necesita ingenieros, juristas, economistas, científicos, arquitectos, psicólogos, artesanos, artistas... y muchísimos trabajadores de todos los sectores. Hasta funcionarios necesitamos, aunque no sé si son tan esenciales como lo entiende el Gobierno.
Y hablando del Gobierno, su Presidente está obligado a analizar todas las vertientes de los problemas que tiene que abordar. Yo, sinceramente, echo de menos esa visión holística y global. Además, sus antecedentes y los bandazos que ha dado en los últimos años (Catalunya, reforma laboral, 'no es no', 'insomnio' que le provocaba Pablo Iglesias, que terminó entrando en el gobierno...), no son especialmente tranquilizadores.
Empiezo a estar harto de tanto buenismo y tanto lenguaje políticamente correcto con el que nos acribillan desde los medios de comunicación. Creo que las cosas se pueden hacer de otra manera. Siempre enriquece y ayuda a decidir mejor, escuchar a los que no piensan como nosotros y, muy especialmente, a los que se van a ver afectados por nuestras decisiones.
En Alemania, por ejemplo, se han implantado medidas mucho más laxas y, a mi modo de ver, mucho más razonables, además de pactadas, con el resultado de que el % de muertes es mucho más bajo que en Italia o España; y el % de sanitarios contagiados (escandaloso en el caso de España) está mucho más controlado.
Hace unos días, en respuesta a uno de los comentarios que se hicieron, formulaba esta pregunta: ¿hasta cuándo la salud será lo primero?
¿Qué pasará cuando los que ya no tienen nada que perder, porque lo han perdido todo, se movilicen? ¿Qué pasará cuando la supervivencia concreta, individual y egoísta, natural en la condición humana, se enfrente a la salud en abstracto? ¿Cambiarán entonces las prioridades del Presidente del Gobierno, como cambiaron sus principios, sus desvelos y sus promesas electorales?
Decía Einstein que la formulación de un problema es más importante que su solución. Nos enfrentemos a un problema muy complejo, con múltiples variables e incógnitas y nos quieren imponer una solución tan simple que sólo vale para resolver una pequeña parte del problema... y enredar todas las demás: personales, familiares, económicas, sociales, politicas...
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