Sí ya sé que hoy es domingo y toca hablar de la cita semanal de Bataplán 8.0, a la que, en las exageradas palabras de Jesús Eguimendía, hemos asistido los 8 magníficos: Ibon Esparza, Alberto Manzanares (debutante), Gorka Pike, Jaime Alonso, Pablo Alonso, Iñaki Martínez, su hermano Mikel (debutante) y yo, que he hecho mi carrera.
También es posible que los atletas que han corrido hoy las 5 carreras de 5.000 metros, cuatro masculinas y una femenina, esperen que las cuente, especialmente mi hijo Iñigo, que ha ganado la segunda serie, cumpliendo de largo su objetivo de bajar de 16':00", al hacer 15':55".29.
Ya iré contando a lo largo de la próxima semana mi visión de esas carreras, pero hoy quiero hablar de fútbol, del clásico Barcelona-Real Madrid de ayer (1-3) y, sobre todo, del arbitraje y del VAR.
Nunca he ocultado que soy un poco, sólo un poco, merengón; y seguro que muchos de quienes tienen la paciencia de leer este blog saben que fui árbitro de fútbol entre 1973 y 1986, salvo un periodo de un año (1978, creo), que estuve sancionado por 'rebelde'.
En esos trece años, coincidí con centenares de árbitros, en Gipuzkoa y en España. Con algunos de ellos mantengo la relación y con unos pocos algo muy cercano a la amistad. Entre ellos hay uno que nos dejó hace años y que no citaré por respeto. Entonces no había VAR y le televisión se limitaba al partido del domingo y al Estudio-Estadio del lunes y la moviola.
El utilizaba una expresión: 'la medida', para tomar decisiones importantes. Una misma jugada puede tener muy distinta trascendencia si el marcador es de 0-0 o de 2-0. Una misma protesta puede interpretarse de forma distinta en función de la repercusión que pueda tener en el devenir del partido.
¿Se imagina alguien una final de la Champions League que se decida con un penalty como el que ayer se señaló a favor del Real Madrid? ¿O un titulo de Liga?
Soy de los que defendieron y aplaudieron la llegada del VAR, que se estrenó con notable alto en el Mundial de Rusia 2018, pero estoy decepcionado con el uso que en España se hace de esa herramienta, a la que recurren los malos árbitros para abdicar de su responsabilidad a la hora de tomar decisiones.
Soy de los que cree que el VAR está para actuar cuando el árbitro se equivoca de forma flagrante y evidente, no para decidir si, por milímetros, una jugada es o no fuera de juego, o si un forcejeo, en una jugada en la que no hay ningún peligro, puede ser sancionada con penalty.
Por poner un ejemplo de lo que yo entiendo un buen arbitraje, el pasado domingo, en el partido Betis-Real Sociedad, el árbitro, en tres jugadas milimétricas y al filo del Reglamento, tomo tres decisiones, para mí correctas, y las mantuvo, si recurrir ni dejarse influir por el VAR.
Ayer, en lo que para mí es la muestra de un mal árbitro, tanto en el campo como en el VAR, el Real Madrid deshizo el empate (1-1) del marcador con un penalty que no vio en el campo y que, siempre a mi modo de ver, no existió, porque, para mí, no pasó de un forcejeo como los que se dan en cada saque de esquina o de falta, en una jugada en la que no había apenas peligro para la portería del Barcelona. El árbitro que estaba en el VAR debió considerar en qué 'medida' podía influir su intervención y el árbitro en el campo debió ignorar la sugerencia de su ¿compañero?
Al hilo de lo de ¿compañero?, me parece totalmente inapropiado que quienes están en el VAR sean árbitros en activo. Sería partidario de que fueran árbitros ya jubilados, con experiencia y desempeño contrastados, y hasta ex-jugadores o ex-entrenadores, que sabrían ponderar la importancia y la capacidad de influencia de un rol que es consultivo y nunca debería ser decisivo.
Ayer, el árbitro del Barcelona-Real Madrid, cuando pitó el penalty que, sobreactuando, le sugirieron desde e VAR, tomó una decisión desmesurada.
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