domingo, 13 de noviembre de 2022

20 kilómetros con cuestas para recuperar

Tiempo tendremos a lo largo de la semana que viene para analizar distintos aspectos de la B/SS que hemos disfrutado esta calurosa mañana del segundo domingo de noviembre. Hoy, barriendo para casa, os voy a contar tres historias, empezando por mi 31+1 B/SS y la 14+1 de mi hijo Iñigo.

Nada más cumplir 16 años, en 2008, Iñigo corrió su primera B/SS. Desde entonces, no ha fallado ninguna y en 2020, cuando no se celebró y se sustituyó por una carrera virtual, también corrió, igual que yo.

Nunca ha estado tan en forma como ahora, pero tiene puesto el foco en la temporada de pista cubierta y en las distancias clásicas de los 800, 1.500 y 3.000 metros. Disputar a tope una B/SS supone un castigo para el cuerpo y un desgaste, que desaconsejan hacerlo en estas circunstancias. Ahora está en fase de carga y, por poner un ejemplo, el jueves hizo 12x500 metros a una media de 1:24 y ayer 10 K en progresión, con el detalle que podemos ver en el cuadro:














Así las cosas, hoy me ha acompañado en la B/SS y hemos acabado en 1:54:04 (a mí me han dado 1:54:03 y a él 1:54:05, pese a entrar y salir juntos), con parciales de 28:25 + 29:31 + 27:47 + 28:20. Es decir, la primera mitad en 57:56 y la segunda en 56:07. De lujo.

Desde la B/SS del año pasado, estuve sin correr un solo día hasta el 5 de junio de este año, en Islantilla, cuando hice cuatro kilómetros de madrugada. No me puse un dorsal hasta el sábado parado en la IX  Carrera Nocturna de Las Murallas de Pamplona, donde las pasé putas, y el de hoy ha sido mi segundo dorsal del año. He disfrutado muchísimo más. 

Mi único objetivo era llegar, sin mirar el reloj. Consciente del calor, aunque no tengo costumbre de beber en las carreras, porque me revuelve las tripas, hoy hemos parado en cada avituallamiento, salvo el de Irun, hemos bebido un vasito de agua y hemos reanudado la marcha. La primera parada ha sido en Gaintxurizketa, y luego hemos parado en Errenteria, Pasaia, Herrera e Intxaurrondo.

En esas paradas, Iñigo esperaba un rato, me dejaba unos metros y hacía un progresivo para alcanzarme. Hasta el último kilómetro, no me ha presionado, como yo le presionaba a él en sus primeras B/SS. Al olor de la meta, se ha puesto a tirar de mí y ahí hemos hecho nuestro mejor parcial.

Para mí, ha sido una carrera de la máxima exigencia. Para Iñigo, un rodaje super suave para recuperar las piernas de la paliza de esta semana.

La segunda foto es de Luis Peralta y nos la tomó al acabar la Clásica 15 K de 2013.

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