A riesgo de nadar contracorriente, voy a hacer una reflexión en voz alta sobre la necesidad o no de contar con atletas africanos en el Maratón de San Sebastián. A día de hoy, esos atletas copan los primeros puestos en la inmensa mayoría de los maratones y las pruebas de fondo, sean en pista, en ruta o campo a través. Tan cierto como eso es que apenas unos pocos de ellos permanecen en nuestra memoria. A todos nos suenan Kipchoge o Bekele. A menos, el doble recordman mundial de 5.000 y 10.000 metros, Cheptegei, o el campeón olímpico Barega.
Si nos preguntan por los ganadores del último Maratón donostiarra, tendremos que buscarlos. Son Kindie Derseh y Meserat Gebre. El primero ganó con 2:12:11, que le coloca en el puesto 577 del ranking de Maratón de World Athletics. Ella hizo 2:27:36, que la sitúan en el puesto 272 de la versión femenina de ese ranking.
Sin embargo, al menos los que estamos en el mundillo del atletismo gipuzkoano, nos acordaremos del épico maratón del irundarra Jose Gómez de Arriba, quinto clasificado y primer atleta vasco, con 2:27:24, que le ubican en el puesto 1466 de ese ranking de World Athletics.
A día de hoy, el Maratón de San Sebastián, pese a disponer de un circuito donde se podría correr muy rápido, con el magro presupuesto que maneja, no puede contratar a ningún atleta de los 200 primeros del ranking mundial, de esos que son capaces de correr por debajo de 2:10.
Y si es así ¿por qué nos empeñamos en contratar a atletas africanos absolutamente desconocidos? Seguro que ganan ¿pero dan espectáculo de verdad? Puede que no se gaste mucho en sus contrataciones ¿pero no estaría ese dinero mejor empleado en contar con los mejores maratonianos vascos, navarros, aragoneses...?
Dicen que a la hora de pensar en qué queremos ser, resulta más sencillo descubrir qué es lo que no queremos.
Yo no quiero un Maratón en el que los primeros vayan en solitario, separados por centerares de metros. En el último Maratón Donostiarra, teniendo en cuenta los tiempos, podríamos decir que el segundo llegó a casi 500 metros del primero, el tercero un kilómetro después, el cuarto a otros 500 metros y el quinto, Jose Gómez de Arriba, a casi tres kilómetros. En el caso de las mujeres, las dos etíopes estuvieron separadas 700/800 metros y la tercera, Naroa Sagarna, circulaba a casi 7 kilómetros de las primeras.
Claro que me gustaría un Maratón con Kipchoge y Bekele, pero dudo de que vinieran ni por todo el dinero del mundo.
Mejorando el circuito, que se puede, y pensando en una fecha mejor, aspiraría a una carrera competida, con continuidad, sin huecos, con liebres fiables y con atletas y corredores de todos los perfiles y niveles, que se sintieran arropados, tanto por el público, como por la compañía de otros con objetivos similares.
Creo que un maratón con mil atletas no es atractivo, ni sostenible, ni siquiera rentable. Urge, no solo recuperar la participación de la pasada década, sino incrementarla.
Hay mucho trabajo por hacer si queremos tener un Maratón que despierte el interés de los atletas, el público, las Instituciones y los Patrocinadores. Y quizá lo primero de todo es decidir qué tipo de Maratón queremos.
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