'El ego es ese pequeño argentino que todos llevamos dentro.' La cita es de Les Luthiers y encabeza este post en homenaje a Marcos Mundstock, uno de sus miembros fundadores que ayer nos dejó para siempre.
En el post del pasado lunes, hablaba de la escasa autoestima de los españoles y prometía desarrollar esa hipótesis; y nada mejor que empezar con un pueblo, el argentino que, aparentemente, disfruta de una gran autoestima.
En el año 2006 dirigí en kutxa el que bautizamos como Proyecto Hobetu, cuyo objetivo era transformar la organización, haciéndola más eficiente y dando más valor al cliente. Nos ayudaba desde fuera una consultora internacional, liderada por un portugués, cuyo equipo completaban un sueco, un búlgaro, un catalán y un mexicano. Todos hablaban un buen castellano y el búlgaro lo hacía igual igual que Stoichkov. Sigo manteniendo relación con el mexicano, residente en España, que ha devenido en alto directivo de una aseguradora.
Javier, que así se llama el mexicano, solía decir algo así como: 'El mejor negocio es comprar un argentino por lo que vale y venderlo por lo que cree que vale'. Eso fue después de que en el mundial de 2006, en Alemania, Argentina eliminara a México por 2-1 en octavos de final, gracias a un golazo de Maxi Rodríguez en el minuto 98 del alargue.
Si le damos la vuelta a la frase, podríamos decir que: 'El peor negocio es comprar a un español por lo que vale y venderlo por lo que cree que vale.'
Vamos por la sexta semana de confinamiento salvaje y salvo contadísimas excepciones -exageradas por el Gobierno y por los medios, para expandir el miedo entre la población- el comportamiento de los españoles está siendo ejemplar.
Y sin embargo, no nos lo terminamos de creer. El lunes, leyendo La Vanguardia, me encontré con una encuesta, en la que se hacía esta pregunta: ¿Los españoles sabremos respetar las normas anticontagio cuando se relaje el confinamiento? A las 17:00 horas habían respondido 58.746 personas, que es una muestra más que representativa.
Para mi sorpresa, el 77,58% (45.573) respondían que no y sólo el 22,42% (13.173) contestaba afirmativamente.
De ahí y de lo que vengo oyendo y leyendo, viene mi percepción de la escasa autoestima de los españoles, estimulada, sin duda, por las maniobras del Gobierno que, también ¿sorprendentemente?, a mi modo de ver, no han sido contestadas por la Oposición.
Nos quieren tener -y nos tienen- instalados en el miedo. Y debemos reclamar que nos instalen en la responsabilidad, porque estoy seguro de que la inmensa mayoría seremos responsables, como lo estamos siendo estas seis semanas, y cumpliremos la normas.
Tenemos el ejemplo de Europa. ¿Por qué el modelo alemán o francés no se puede aplicar en España? ¿Cómo podemos reclamar la condición de europeos si pensamos que no nos podemos comportarnos con el mismo civismo que ellos? ¿Cuándo nos vamos a sacudir ese complejo de inferioridad?
Muy cerca, en Portugal, país que he visitado varias veces, en el que siempre me ha atrapado la cortesía, buen tono y sosiego de sus gentes y que, sin embargo, muchos españoles tratan con cierto desdén, absolutamente cateto, allí, tan cerca de nosotros, sus políticos, en el poder y en la oposición, no sólo están siendo mucho más eficaces frente a la pandemia, contando con menos medios, sino que nos están dando una lección de civismo y cordura.
Leí en la prensa de ayer una frase atribuida a José María Calleja (D.E.P), fallecido ayer con 64 años, los mismos que tengo yo: 'Debemos tener la dignidad y la valentía dos peldaños por encima del miedo.'
Necesitamos constituir entre todos una sociedad civil más fuerte, menos dependiente de los políticos, sean del signo que sean. Necesitamos confiar en nosotros mismos y reclamar esa misma confianza a quienes nos gobiernan, sin dejar que nos sigan tratando como si fuéramos menores de edad y como ciudadanos gregariamente domesticados.
Si nuestros gobernantes quieren recuperar la confianza que han perdido con sus decisiones, tienen que empezar por confiar en los ciudadanos.
En el post del pasado lunes, hablaba de la escasa autoestima de los españoles y prometía desarrollar esa hipótesis; y nada mejor que empezar con un pueblo, el argentino que, aparentemente, disfruta de una gran autoestima.
En el año 2006 dirigí en kutxa el que bautizamos como Proyecto Hobetu, cuyo objetivo era transformar la organización, haciéndola más eficiente y dando más valor al cliente. Nos ayudaba desde fuera una consultora internacional, liderada por un portugués, cuyo equipo completaban un sueco, un búlgaro, un catalán y un mexicano. Todos hablaban un buen castellano y el búlgaro lo hacía igual igual que Stoichkov. Sigo manteniendo relación con el mexicano, residente en España, que ha devenido en alto directivo de una aseguradora.
Javier, que así se llama el mexicano, solía decir algo así como: 'El mejor negocio es comprar un argentino por lo que vale y venderlo por lo que cree que vale'. Eso fue después de que en el mundial de 2006, en Alemania, Argentina eliminara a México por 2-1 en octavos de final, gracias a un golazo de Maxi Rodríguez en el minuto 98 del alargue.
Si le damos la vuelta a la frase, podríamos decir que: 'El peor negocio es comprar a un español por lo que vale y venderlo por lo que cree que vale.'
Vamos por la sexta semana de confinamiento salvaje y salvo contadísimas excepciones -exageradas por el Gobierno y por los medios, para expandir el miedo entre la población- el comportamiento de los españoles está siendo ejemplar.
Y sin embargo, no nos lo terminamos de creer. El lunes, leyendo La Vanguardia, me encontré con una encuesta, en la que se hacía esta pregunta: ¿Los españoles sabremos respetar las normas anticontagio cuando se relaje el confinamiento? A las 17:00 horas habían respondido 58.746 personas, que es una muestra más que representativa.
Para mi sorpresa, el 77,58% (45.573) respondían que no y sólo el 22,42% (13.173) contestaba afirmativamente.
De ahí y de lo que vengo oyendo y leyendo, viene mi percepción de la escasa autoestima de los españoles, estimulada, sin duda, por las maniobras del Gobierno que, también ¿sorprendentemente?, a mi modo de ver, no han sido contestadas por la Oposición.
Nos quieren tener -y nos tienen- instalados en el miedo. Y debemos reclamar que nos instalen en la responsabilidad, porque estoy seguro de que la inmensa mayoría seremos responsables, como lo estamos siendo estas seis semanas, y cumpliremos la normas.
Tenemos el ejemplo de Europa. ¿Por qué el modelo alemán o francés no se puede aplicar en España? ¿Cómo podemos reclamar la condición de europeos si pensamos que no nos podemos comportarnos con el mismo civismo que ellos? ¿Cuándo nos vamos a sacudir ese complejo de inferioridad?
Muy cerca, en Portugal, país que he visitado varias veces, en el que siempre me ha atrapado la cortesía, buen tono y sosiego de sus gentes y que, sin embargo, muchos españoles tratan con cierto desdén, absolutamente cateto, allí, tan cerca de nosotros, sus políticos, en el poder y en la oposición, no sólo están siendo mucho más eficaces frente a la pandemia, contando con menos medios, sino que nos están dando una lección de civismo y cordura.
Leí en la prensa de ayer una frase atribuida a José María Calleja (D.E.P), fallecido ayer con 64 años, los mismos que tengo yo: 'Debemos tener la dignidad y la valentía dos peldaños por encima del miedo.'
Necesitamos constituir entre todos una sociedad civil más fuerte, menos dependiente de los políticos, sean del signo que sean. Necesitamos confiar en nosotros mismos y reclamar esa misma confianza a quienes nos gobiernan, sin dejar que nos sigan tratando como si fuéramos menores de edad y como ciudadanos gregariamente domesticados.
Si nuestros gobernantes quieren recuperar la confianza que han perdido con sus decisiones, tienen que empezar por confiar en los ciudadanos.
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