miércoles, 19 de agosto de 2015

La gabarra, amarrada

El 22 de junio de 2003, pocos minutos después de que la Real Sociedad ganara por 3-0 al Atlético de Madrid, un autobús descapotable salía del estadio de Anoeta, transportando a los jugado-res y recorriendo las prin-cipales calles y avenidas de Donostia mientras eran aclamados por decenas de miles de donostiarras. Yo volvía a casa por la calle Easo y me sentí no sé muy bien si abochornado o sonrojado, al coincidir con una comitiva que estaba celebrando el segundo puesto en la Liga 2002-2003, después de haberla perdido la jornada anterior en Vigo –defraudando a los miles de seguidores que se desplazaron hasta allí- y quedarse con 76 puntos, por 78 del Real Madrid, que en la última jornada había ganado 3-1 al Athletic de Bilbao. Menos mal que no tenemos gabarra.

La última vez que el Athletic de Bilbao sacó la gabarra fue el lunes 7 de mayo de 1984, después de ganar por 1-0 (gol de Endika) la final de Copa al F.C. Barcelona. Unos días antes, el 29 de abril, había ganado la Liga. Aquel año no hubo final de la Supercopa, que por razones obvias figura en el palmarés del Athletic de Bilbao, que suma dos con la ganada el pasado lunes, tras empatar a uno en el Camp Nou y ganar 4-0 en el partido de ida en San Mamés al doble campeón de Liga y Copa, el F.C. Barcelona.

Seguro que tenían ganas de hacerse a la ría con la gabarra y la tuvieron preparada por si sonaba la flauta en la final de Copa, que perdieron por 3-1 con el F.C. Barcelona el pasado 30 de mayo en el Camp Nou. Y han perdido varias finales en los últimos años: en 2012 y 2009 cayeron contra el F.C. Barcelona en la final de Copa, y en 2012 perdieron la final de la Europa League –tras una brillantísima trayectoria- contra el Atlético de Madrid.

Pero se han contenido. Saben que no es lo mismo.  Y creo que en su fuero interno piensan –como yo- que el campeón de la Supercopa 2015-2016 debería ser el F.C. Barcelona, como ellos lo fueron en la temporada 1984-85 al conseguir el doblete.

Así que ayer dejaron la gabarra amarrada y se limi-taron a celebrar los dos extraordinarios partidos ju-gados contra el F.C. Barcelona y su más que justa victoria, que les ha dado un título que añadir a su envidiable palmarés.

Yo soy de la Real, luego del Real Madrid y después del Athletic, al que aprendí a querer en mis años de estudiante en Bilbao, en los que fui asiduo de las gradas de San Mamés, donde casi lloré el 18 de mayo de 1977, en aquella final de la Copa de la UEFA perdida contra la Juventus, cuando el 2-1 de San Mamés fue insuficiente para remontar el 1-0 de Turin.

Es un equipo especial, con una afición extraordinaria -para mí, la más fiel e incondicional que conozco- que ¡ojalá! vea pronto surcar la gabarra por la aguas del Nervión con sus orillas engalanadas de los colores rojo y blanco.

Chapeau!

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